Hay varios temas que me revolotean por la cabeza sobre los que escribir, pero he concluido que quizá necesito/emos un momento de reflexión y calma. Un estar contigo mismo y tus verdaderos pensamientos y sentimientos, esos que quizá no le cuentes a nadie o sólo a una persona muy cercana a ti.
Y viajo, me voy a Roskilde, Dinamarca, donde estuve en junio del año pasado y cuyo recuerdo me sugiere amabilidad, paz, tranquilidad.
Sabía lo que quería ver en la ciudad danesa pre-cristiana, no en vano hago los deberes antes de viajar, pero “por si acaso” entré en la oficina de turismo. Me indicaron amablemente los puntos de interés, los mismos de mi lista, y una recomendación final que decidí seguir, no sin desconfianza, pero que dejé para el final.
Cuando ya era hora de volver a Copenhague, antes de coger el tren que me llevaría de nuevo a la gran urbe, caminé por la ruta recomendada: un paseo por un jardín-cementerio camino de la estación.
A pesar de haber visitado cementerios “obligatorios” como el Père Lachaise mi primera vez en París, la Chacarita mi segunda vez en Buenos Aires y algún otro, la sugerencia esta vez me resultó un tanto extravagante. No la esperaba en aquella ciudad.
Confié en el amable hombre danés y entré en el jardín. Comencé a ver lápidas por aquí y allá, diseminadas entre los bonitos setos, los grandes árboles, las flores. No era un cementerio al uso, a lo que estamos acostumbrados normalmente por estos lares. Tampoco se parecía a otros que conocía.
Observé que la gente utiliza aquel espacio como vía verde para acortar el camino entre el tren y el centro de Roskilde.
El lugar tiene mucho encanto e invita a la serenidad; está perfectamente cuidado, integrado en la ciudad y es un sitio perfecto para el paseo, para relajar la mente y el espíritu.
Hacía tiempo había leído una recomendación a seguir con la gente de ambiciones ilimitadas, pero que te importa su bien. Esa gente que sólo fija sus metas en lo material y en una acumulación de bienes, prevendas y demás tan brutal que no tiene sentido; algo que nunca disfrutarán ni ellos ni sus herederos y además, que nunca podrán llevarse en la inevitable despedida final que nos va a tocar a todos y cada uno de nosotros, si o si.
La recomendación era, pasear por un cementerio. Suponía el autor que un paseo de tal calado haría meditar al ilimitado acumulador. Hoy, ahora, no estoy nada segura de que alguna gente pueda asimilar la filosofía que hay dentro de ese consejo.

Caminando hacia el centro de Roskilde

Sencillo, bonito, sincero

Sonia: 1936-2014 Roskilde

Estatua en el jardin de Roskilde

Entre setos de Lavanda. Roskilde

Cuando la vida se relaciona con la muerte

Roskilde

Camino al exterior de la tranquilidad. Roskilde

Entrada al jardín-cementerio de Roskilde
Hoy, con este paseo que hice en un pasado cercano, vuelvo al sosiego de aquel momento. Hoy, cuando todo a nuestro alrededor es resquebrajamiento y crispación, acusaciones múltiples y mucha falta de sentido común mezclado con falacias insostenibles, por muchos apuntalamientos que se les ponga, hoy es el día de recorrer esa ruta del jardín-cementerio.
Todo invita allí a la tranquilidad, a la introversión, al bienestar con uno mismo, os invito a pasear por el relajante jardín de Roskilde y a dejaros llevar por una senda de cordura, que diríamos en Galicia, de “sentidiño”. Cada uno que saque sus propias conclusiones.
Texto y Fotos: Luisa Vázquez
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Pues resultó ser muy buena recomendación, tan buena como tu post y tus excelentes fotos. Los cementerios soy buenos lugares para ‘recargar’ la Paz. Bicos, Luisa
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Los lugareños siempre saben más y en este caso el danés nos mostró un camino hace el disfrute y la reflexión.
Gracias por tus comentarios sobre las fotos y el post, yo con estas cosas me sonrojo; afortunadamente no me ves. jaja.
Paz, Antonio, mucha paz, que ya ves cómo está el panorama.
Bicos mil.
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O sea, que necesitas un poco de tranquilidad y te vas a Dinamarca, eso está genial. Yo cuando necesito tranquilidad me encierro en mi dormitorio. 😀😀 Parece un lugar precioso, muy verde y tranquilo.
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Me voy con la imaginación y los recuerdos de hace un año, Sensi. Pero tomo nota de tu sugerencia, la próxima vez debería irme de verdad de la buena. 🙂
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Hola Luisa.
Me encanta tu post y sus presiosas fotos – muy inspirador. Nunca visité Roskilde, pero parece que vale la pena.
No sabía que tú también visitabas los cementerios. Nuestros cementerios están llenos de flores y arte. Lo sé, que es incivilizado dar enlaces sin preguntarte, pero me arriesgo:
Monumentos a los caídos .
Saludos. Matti
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Hola Matti,
Encantada que te haya gustado el post y fotos.
Roskilde merece mucho la pena, es muy bonito, acogedor y su catedral Patrimonio de la humanidad, realmente preciosa.
Visito algunos cementerios, los que aportan algo para el espíritu, aunque solo sea belleza, que no es poco.
Gracias por el enlace.
Saludos. Luisa
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Que preciosidad de sitio. Muchas gracias por compartir. Porque estas cosas me encanta.
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Me alegro mucho que te haya gustado.
Al final era cierto que era un lugar imperdible en el bonito Roskilde.
Gracias por comentar tus impresiones.
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