Un día en Islas Falkland o Malvinas (2)

Hola de nuevo. Sigo con el día en Islas Falkland o Malvinas, que realmente dio para mucho.

Me había quedado con los pingüinos Rockhopper, los de la cresta o saltarrocas. Es muy curioso observarlos. No son tan “sociables” como los Gentoo, o los Magallánicos; son más esquivos y con pocas ganas de conocer a extraños.

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Pingüinos Rockhopper, te quiero, te ayudo

Una de las características de los pingüinos es que escogen una pareja y permanecen fieles a ella para siempre. Aquí sí que funciona aquello de “hasta que la muerte nos separe”.  Son protectores y agresivos para defender a sus parejas y a sus crías.

De pequeños aún no tienen la característica cresta ni el color negro en la espalda y cabeza que se irá formando cuando se transformen en adultos. Los bebés permanecen en las zonas más alejadas de donde pueden aparecer humanos y los adultos son los que pueden acceder a la “zona peligro”. Todo funciona perfectamente en este mundo pingüinero.

En esta parte del mundo el clima cambia de un minuto al siguiente. Así que hasta el momento el día se había mantenido nublado y aceptablemente vivible hasta que, de pronto, comienza a llover y granizar muy fuerte y el viento es de temporal. Como dicen por allí, las cuatro estaciones del año en un día. Pues sí, toda la razón.

De pronto se levanta mucho viento, hace muchísimo frío y aunque me mantengo haciendo fotos, llega un momento que mi objetivo está empapado y yo estoy helada. Me refugio en un galpón que hay cerca para estas eventualidades. El refugio consiste en unas cuantas uralitas para poder permanecer allí hasta que pare de llover, si es que para.

Me ofrecen agua caliente para preparar un café soluble. Francamente las condiciones del chiringuito son tan básicas que me da cosita prepararlo y tomarlo, pero estoy helada, así que cierro los ojos y me lo tomo. Me sienta de lujo. Menos mal. Desde hace 2 días que ya me había congelado intentando hacer fotos en la cubierta de un catamarán en Ushuaia, voy tocada y me mantengo a base de Ibuprofenos. Pero tranquilos, lograré terminar los 27 días de viaje sin sucumbir. Ah, bueno que no estabais preocupados, ¡que decepción!. J

Los que aguantan imperturbables este “maravilloso” clima son los Rockhopper. Eso si, cuando vuelvo a salir porque ya dejó de llover, están los pobres muy mojaditos.

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Pingüino Rockhopper trabajando

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Pingüinos Rockhopper

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Pingüino Rockhopper, llueve, graniza, aguanta

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Pingüino Rockhopper defendiendo su familia

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Pingüino Rockhopper, te lo puedo decir más alto

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Pingüino Rockhopper, parece que ya lo entendió y se va

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Pingüino Rockhopper bebé, pidiendo su comida

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Pingüino Rockhopper bebé, siendo alimentado

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Pingüinos Rockhopper protegiendo a los pequeñuelos

Me encanta ver cómo trabajan con su piquito, van y vienen con ramitas. Las parejas permanecen unidas y defienden a sus crías contra otros de su especie, que sale por patas,  además de la tierna estampa de unos padres alimentando a su bebé.

Te podrías pasar horas mirando a estos pequeños, más pequeños que los Gentoo o los Magallánicos, pero quizá por eso más tiernos.

Lo entretenido pasa volando, así que toca volver a la batidora, es decir al 4×4 que me devolverá a calles asfaltadas.

A la ida la persona que conducía, la primera conductora, es la dueña de una granja que cuenta con 2.000 ovejas, 6 perros ovejeros, además de gallinas, gansos y alguna vaca. Lo más impactante es que entre ella y su marido atienden la granja, sólo excepcionalmente tienen ayuda. Además hacen mantequilla y otros productos caseros. Yo, lo flipo. En una granja no hay ni un día de vacaciones, ni fin de semana, los animales quieren su comida y su atención siempre. ¡Que locura, dos personas y todo ese ganado!.

Para volver hay cambio de conductora. Tanto la de la ida como la de la vuelta son parlanchinas. No todos los días tienen la oportunidad de hablar con gente que no sea local y supongo que para ellas esto de transportar viajeros es un día diferente en la monotonía y el alejamiento que viven.

La estadounidense que viaja en mi jeep con sus dos hijos, le pregunta por colegios, estudios y bla, bla, en lo que no estoy muy interesada. Si estoy más interesada en saber cómo se gana la vida allí la gente, si es fácil o no. Esta dice que no es fácil, que ella tiene 3 trabajos para poder sobrevivir. ¡ Además del clima, madre mia ¡!!

Se nota el cambio en la conducción, ya os había comentado que la de la ida era muy hábil en aquel terreno, esta vez hemos empeorado. Nos metemos en dos hoyos profundos y los salvamos con éxito. En el tercero nos quedamos atascados allá abajo. Después de dos intentos sin conseguir salir ya saben que si siguen intentándolo es peor.

El jeep que va delante vuelve; rápidamente sacan una cuerda que enganchan a nuestro 4×4 y en menos de 3 minutos seguimos la marcha. Está clarísimo que están acostumbrados a este tipo de maniobras y también que por eso van en grupo de 4. Todo controlado.

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Nuestro 4×4 necesita un cable para salir del atolladero

Mientras nos rescatan, en otro jeep alguien abre la puerta y pota. Si, el traqueteo es importante y hace falta estómago estable. Los del jeep de atrás se bajan y nos hacen fotos. Todo muy divertido. Yo, la foto la hago desde dentro.

Logramos llegar al asfalto con otra hora de traqueteo. La verdad, agradecí mucho dejar la tundra esa y el bamboleo.

Ya en puerto Stanley, me dispongo a pasearlo todo. Es verdad que solo son 2.000 y poco habitantes, pero todos viven en casas unifamiliares, por lo que recorrerlo todo a pie no es posible. Pero si se puede caminar “el centro”, que me parece gracioso llamarle así, pero es donde está lo más importante, además de una especie de paseo marítimo no exento de cierta gracia.

En el centro y en todo puerto Stanley hay 3 pubs, o sea, no mucho donde escoger, una oficina de información turística, una iglesia católica y una catedral anglicana, además de la casa del Gobierno, donde está más que súper- rotulado que no se puede pasar.

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Uno de los tres pubs para elegir

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A pesar del gorro y anorak, esto es verano, quizá venga algún turista

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Casas en puerto Stanley

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Un busto de Margaret Thatcher preside el paseo

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Los «green house» o invernaderos enanos tan frecuentes en las casas inglesas

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La casa y oficina del gobernador con su cuidado jardín

Finalizo aquí la segunda parte sobre Islas Falkland o Malvinas y terminaré de enseñaros más de puerto Stanley y mi partida de allí en el próximo y último post sobre estas islas situadas a 700 kms. de la costa  argentina.

 

Parte 1 : Un día en Islas Falkland o Malvinas (1)

Parte 3: Un día en islas Falkland o Malvinas (y 3)

 

Texto y Fotos: Luisa Vázquez

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8 comentarios en “Un día en Islas Falkland o Malvinas (2)

  1. icástico

    Todavía estoy temblando con el trajín del 4X4. Hacen bien en no ser sociables los pingüinos. el ser humano tiene una curiosidad que mata. No me importaría pasar una temporada en esa super granja que has mencionado.

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      1. Si, Soy Gallega Autor

        Lo que te puedo asegurar es que volvías muy ventilado y regado.
        Por esas latitudes me dije: si alguien vuelve a quejarse de que en Coruña hace viento, lo mando para allá y se entera de lo que es Viento. ¡Y lo hago! eh? Jajaja,

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