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FELICIDADES A LOS PADRES BONDADOSOS

Siempre he pensado que en determinados ámbitos solo funcionan las cosas que se sienten. Los sentimientos son estados afectivos del ánimo y cuando son en positivo frecuentemente me conmueven.

Hoy no he podido evitar echar una ojeada al amor paternal y su celebración. Se trata de una celebración tradicional focalizada en el homenaje a los padres para agradecerles su amor, dedicación y afecto a sus hijos en el día a día, permanentemente.

Parece que el primer Día del Padre que se celebró en el mundo fue en 1908 en Fairmont (West Virginia) en la iglesia metodista de ese pueblo.

En España fue en 1948, gracias a una maestra de escuela, Manuela Vicente Ferrero, que además de ejercer la docencia, escribía artículos en el periódico El Magisterio Español. Animó desde esa plataforma a promover en las escuelas la fiesta del Día del Padre. También propuso que la mejor fecha para celebrar era el 19 de marzo, festividad de San José propia de los países de religión católica. Comenzó agasajando a los padres de sus alumnas ya que, aseguraba con acierto que “los padres también quieren a sus hijos».

Después de esta pequeña relación histórica del origen de la festividad, que en cada país se celebra en días diferentes, acogiéndose a razones culturales propias, os invito a recorrer algunas imágenes que personalmente me sugieren ese amor inmenso y tierno que a muchos padres les invade como proveedores, protectores, educadores y muchas otras cosas diversas que conlleva la paternidad. Paternidad que cuando llega el momento que lo necesitas te acogen con sus envolventes brazos dándote tranquilidad, fuerza y sosiego, además de amor.

Todo mi cariño para esos padres que te llevan y traen a donde necesitas porque te protegen y te hacen la vida más fácil, te enseñan en los procelosos mares de la incertidumbre cuando aún no tienes edad para distinguir, en donde puedes tropezar; te enseñan a distinguir.

También te dan libertad para que disfrutes con tus amigos, compañeros del alma, colegas, aunque saben que alguno de ellos te hará sufrir.

Trabajan duramente, en el área que mejor saben hacer para que, dentro de sus posibilidades, tengas las mejores opciones en tu futuro. No importa si hay que barrer, vender, hilar, planchar o coser; no nos vamos a olvidar de los ejecutivos, administrativos, ingenieros y otros mil que también aman a sus hijos pero que no se pueden afotar desde la calle en sus despachos; a estos otros los pillo en la calle.

También pillé en la calle a los pacificadores, los que, si hay que ponerse en medio para mediar en una agresiva disputa, están ahí, esos hombres buenos, padres apaciguadores.  

Esos venerables padres, que debido a los avatares del destino y sus vidas, más que padres parecen abuelos, pero que si los miras bien reconoces que son mucho más jóvenes de lo que uno piensa en principio pero que………………les han tocado unos niñitos que son como un terremoto magnitud máxima y eso no hay quien lo aguante, aunque tengan cara de santo varón.

Los niñitos, una monada en acción 9,6 de terremoto, tengo que reconocer que me volvieron loca durante una media hora que interactuamos con ellos, no porque quisiéramos sino porque pretendíamos hacer las fotos de un templo y ellos, simpáticos a morir, nos lo impedían poniéndose delante permanentemente para salir ellos en las imágenes. Un juego muy divertido que nos hizo la misión imposible. Reír, nos reímos, enloquecer también. ¡Imaginaos a su santo padre con ellos permanentemente! Sí, yo también hubiese estado prematuramente envejecida. No obstante, y a pesar de eso, el padre tenía una paciencia infinita a prueba de aquellos moviditos vástagos que le habían caído en suerte. Se deleitó mirando las fotos que mi compañero de aventura aquel día le había hecho y estaba encantado de compartir un rato con unos adultos bastante simpatiquillos que pasaban, casualmente, por esos extraños lugares por donde me gusta perderme en mis excursiones fuera de los caminos turísticos trillados. Varanasi.

Mi admiración y conmiseración para esos padres de paciencia inagotable ante la inagotable vitalidad de sus criaturitas.

Un hogar es el lugar donde uno se encuentra como en ningún otro sitio, aunque ese hogar sea muy modesto o cuatro paredes donde guarecerse. En un sitio denominado Serchu, camino de Manali, lugar donde las temperaturas veraniegas son bestialmente bajas, que un atentísimo padre de familia me ofreciese una bolsa de agua caliente para poder conciliar el sueño me pareció el mejor regalo que me podrían hacer aquel año, en aquel sitio que por un día sería mi hogar. Ni así pude dormir del frío que hacía, pero sin la bolsa de agua del amoroso paterfamilias no sé si me hubiese convertido en estalactita o estalagmita. A día de hoy, pasado el tiempo, aún se lo agradezco.

Ciertamente era Wonder land por una noche, como reza la pintada.

A estos padres maravillosos, que los hay y que debe ser una percepción mía pero no están demasiado reconocidos, les dedico este post. Porque hay hombres y padres maravillosos y aunque no a todo el mundo le toca en suerte ni una cosa ni la otra, hay que reconocer que los hay tan excelentes que frecuentemente me conmueven.

Esos que cuando se estrechan la mano es un acuerdo que no hace falta escribir, que su palabra va a misa, aunque ni tan siquiera sepan qué es una misa. O sea, un acuerdo que se cumple sin lugar a dudas. Los adoro.  

Esos, también, que aparte creencias, aparte usos y costumbres, son esencialmente, buena gente y especialmente protectores de los suyos. Para todos vosotros, mi enorme gratitud; gracias a vuestra manera de ser el mundo es un poquito mejor y por cierto ¡falta le hace ese poquito mejor al mundo!

En España se celebra el 19 de marzo el Día del Padre y también en Andorra, Bélgica, Croacia, Italia, Liechtenstein, Portugal, Marruecos, Mozambique, Bolivia y Honduras, hasta donde llega mi conocimiento. Mi mejor sonrisa para vosotros, bondadosos padres.

Para finalizar, deseo compartir con vosotros esta imagen que me conmueve profundamente cada vez que la miro. La tomé en Basgo, lugar bello donde los haya, pero también remoto e inóspito. De pronto apareció uno de esos padres que siempre piensas que son abuelos, pero son padres, llevando en brazos a su pequeñuelo. Esa imagen camina conmigo cuando pienso en un padre amoroso. por eso la he dejado para el final. Espero que os guste tanto como a mi. Besazos padres maravillosos y MUY FELIZ DIA.

Padre portando a su hijo

Texto y Fotos: Luisa Vázquez

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