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Ladakh, pequeño Tibet, los Porteadores de Piedra

Ladakh, denominado también pequeño Tibet, es una zona que merece la pena explorar a pesar de los inconvenientes de altitud, extremo control de carreteras por estar situado en una zona entre Pakistán y China, zona caliente reclamada por Pakistán; nula comunicación vía móvil, electricidad solo a partir de las 20 horas, además de pernoctaciones en campamentos. No obstante, y a pesar de todo lo que acabo de enumerar, cuando lo conoces deseas volver.

Valle de Basgo, Patrimonio de la Humanidad, desde aquí hasta la cima donde se encuentra el monasterio, es un larguísimo y ascendente camino.

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Ladakh, pequeño Tibet

Viajando por esas remotas carreteras, cordillera del Himalaya, donde la altitud, entre 3.500 y 5.600 metros hace que caminar sea extenuante, ya no digamos subir pendientes, y donde la realización de cosas habituales se hace mucho más lenta y fatigante de lo normal, observar a los porteadores de piedra, me resultó sorprendente.

En el solitario emplazamiento de Basgo, en lo alto de una montaña se encuentra el monasterio que lleva el mismo nombre. Fue uno de los varios sitios en los que asistí perpleja a la labor de los porteadores de piedra.

Situación del monasterio tibetano de Basgo

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Ladakh, pequeño Tibet

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Ladakh, pequeño Tibet

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Ladakh, pequeño Tibet

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Ladakh, pequeño Tibet

La subida al monasterio bajo un sol aplastante, hace que busques una sombra ávidamente, pero escasamente hay.

Al mismo tiempo que yo, subía un porteador, sin prisa pero sin pausa, con un ritmo fruto de la mucha experiencia haciendo ese trabajo, ritmo que me era difícil seguir, ya que yo necesitaba hacer paradas.

La región es muy árida. Impresionantes cañones, incesantes vientos que portan arenilla permanentemente, únicamente se salva de la sequía extrema el valle, razón por la que es lo único que está escasamente habitado. Sin embargo el monasterio se haya situado en una cima montañosa. Es un contraste impactante.

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Ladakh, pequeño Tibet

El valle es hermosísimo y en cuanto te alejas un poco, la montaña emerge para protegerlo.

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Ladakh, pequeño Tibet

Debido al viento que comentaba antes,  la gente suele ir bastante tapada, con pañuelos cubriendo la cabeza y cara; lo más frecuente es que las mujeres usen pantalones, así que a veces resulta un poco difícil distinguir el sexo de las personas. Mi porteador, era porteadora.

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Ladakh, pequeño Tibet

Al regreso del monasterio, bajando, veo un grupo de personas juntas y me doy cuenta de que la mujer que subía las piedras, forma parte de una familia compuesta de padre, madre y dos hijos, niña y niño y también están con otra mujer que parece estar embarazada pero que no sé si hay relación de parentesco; todos ellos realizan el mismo duro trabajo, a pesar de que los niños, sin duda, no llegan a la adolescencia. No sé cuánto pesan las piedras, una barbaridad de kilos, lo que si se es que un compañero de viaje quiso levantar una sola y no lo logró. Ellos acarrean varias al mismo tiempo en esos artilugios de madera que llevan a la espalda y que sujetan con unas cintas.

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Ladakh, pequeño Tibet

Les hago unas fotos, aunque me resulta violento esta especie de asalto a la vida de la gente. En estas personas, hay una absoluta falta de expresión en sus rostros. No son posados, aunque podrían parecerlo por su pasividad al ser fotografiados . Me corto ante su inexpresividad, su ausencia de consentimiento o rechazo.

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Ladakh, pequeño Tibet

Quizá sea su extremo cansancio, quizá su sorpresa, porque por allí pasa tan poca gente que quien sabe cuál es su percepción de los rostros occidentales portando cámaras que pocas veces habrán visto. Tímidamente entablo un intercambio de frases con ellos, aunque se interpone como barrera el idioma.  Logro saber que son nepalíes y no imagino que tipo de vida tendrían en Nepal para trasladarse a otra vida que difícilmente deja camino a la imaginación para algo más duro.

Me está matando la incomodidad ante su falta de expresión, una especie de desinterés por lo que no sea seguir cargando la piedra. Quizá su eminente prioridad sea terminar su trabajo aquel día para poder acceder a un básico alimento de supervivencia.

Remarcable el tamaño de las piedras.

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Ladakh, pequeño Tibet

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Ladakh, pequeño Tibet

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Ladakh, pequeño Tibet

Mi compañero de viaje, el incapaz de ni siquiera mover una de las piedras, regresa del monasterio en ese momento y me sugiere hacerles una foto con su IPhone y mostrarles unos emojis . La idea me parece buena, aunque me aterra un poco la reacción de ellos. Les hace una foto y con sus caras, les muestra unos ojos locos saliendo de sus órbitas. Después de unos instantes de perplejidad, como si no se creyesen lo que están viendo, comienzan el período de expresar su asombro, únicamente con su rostro. Se asombran mucho para finalizar sonriendo.  Finalmente aparece una señal de pequeña diversión en sus vidas mientras no puedo parar de preguntarme hasta qué punto puede ser dura y difícil.

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Ladakh, pequeño Tibet

Ver sus caras con una sonrisa, por leve que fuese, e interactuar con ellos a través de las pantallas de nuestras cámaras enseñándoles las fotos que les habíamos tomado, fue emocionante. Revisar sus caras en la pantalla LCD de la cámara les produjo mucho interés, aunque seguían serios; ver sus caras con aquellos ojos saliéndose de sus órbitas, hizo que sonrieran y parecían divertidos, me encantaría conocer sus pensamientos y sentimientos.

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Ladakh, pequeño Tibet

Puede parecer estúpido pero esa tarde, después de verlos asombrados, intrigados y sonrientes, al abandonar el lugar pensé lo maravilloso que es aportar una sonrisa, un momento de felicidad fugaz a cualquier gente, pero más a la tan desfavorecida en el injusto reparto de vidas. Imagino que en más de una ocasión comentarían aquel día que se salió de su cotidiana rutina.

Cuando reviso fotos y miro las primeras fotos que tomé de sus caras ausentes de expresión, no puedo evitar que algo se me remueva por dentro.

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Ladakh, pequeño Tibet

Éste fue el momento de mayor interés y diversión para ellos.

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Ladakh, pequeño Tibet

 

Este fue mi tercer viaje a India y creí que estaba vacunada contra cualquier cosa que pudiese ver, pero creo que no hay vacuna que elimine la empatía, la que es culpable de que me ponga en el lugar de los demás. Es sabido que India no es para todos, India no deja indiferente, India es fascinante si consigues llegar a comprenderla, aunque momentos de estos son inevitables y siempre te remueven.

Sea como fuere, en ese viaje vi tantos y tantos porteadoras y porteadores de piedra, en las carreteras, en los monasterios, en los pueblos, que solo con verlos y ver su lugar de trabajo, es fácil imaginar cómo son sus vidas, y son espinas que se te van quedando en el alma.

Sea como fuere, nuevamente, soy consciente de que hay muchas, muchísimas vidas en muy duras condiciones, tanto en ese país como en muchos otros, pero especialmente estas personas, me han producido un efecto tremendamente desgarrador.

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En mi vida cotidiana me gustan las anécdotas divertidas, alegres y que la gente disfrute y que pase un rato estupendo conmigo, pero en este momento esto es lo que me sale de dentro. Quizá necesitaba canalizar este sabor a realidad dura en alguna parte y lo he canalizado aquí, en el blog.  Es sabido que en el viaje de la vida hay momentos de todos los tipos, este es un momento reflexivo y de introversión que deseaba compartir con todos vosotros.

Para finalizar, si habéis llegado hasta aquí,  gracias por leerme.

 

Más entradas sobre Ladakh, pequeño Tibet :

1.- Ladakh, pequeño Tibet I. Llegada a Delhi

2.- 4.000 metros altitud. Leh, Pequeño Tibet II

3.- Colorido Festival Tibetano. Pequeño Tibet III

4- Imágenes para el recuerdo.Pequeño Tibet IV

5.- Un atentado nos sorprende en Lamayuru. Pequeño Tibet V

 

Texto y Fotos: Luisa Vázquez

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Oro líquido que sale del grifo, ¡agua!

Estamos tan acostumbrados a abrir un grifo y que salga agua que no sé si somos conscientes de la maravilla que se esconde tras ese gesto cotidiano y normal para nosotros.

Esto viene al hilo de lo que me sucedió el pasado sábado. Me levanto, y lo primero que hago es pillar mi pastillita para el hipotiroidismo, compañero de ruta desde hace unos años, e ir a por agua para tragarla. Opppsss, abro el grifo y no hay agua. Un leve hilito que rápidamente desaparece.

Cambio de grifo, por si las moscas, y más de lo mismo. Definitivamente no hay, así que me dedico a recolectar lo que queda en el fondo de alguna botella y además de tomar la pastilla, me hago un leve lavado de gato y me arreglo para salir a desayunar en una cafetería.

06_C.Vieja.

Agua en Galicia, oro líquido en abundancia. Fuente con gorriones

Mientras espero a que llegue el ascensor pienso que tampoco es tan grave la cosa, al fin y al cabo estamos instaurados en la rutina de la ducha diaria y aunque un día pases con un pequeño enjuague no me parece que sea una tragedia.

El ascensor se para en su bajada y entra una vecina. Por supuesto, el tema de conversación es la falta de suministro. Me explica que ellos (su marido y ella) se levantaron temprano y que ya no la había; que había enviado a su “santo” esposo a comprar unas garrafas para poder asearse.

Bueno, pienso yo, tampoco será para tanto, no creo que la cosa dure mucho tiempo y proveerse de garrafas me parece demasiada provisión, a no ser que las hayan usado para ducharse uno regando al otro. Jeje, tremendos pensamientos atraviesan mi malvada cabecita mientras imagino la escena.

El relato que me hace con cara de enfado, que ahora se me antoja sea su cara habitual, me parece un poco excesivo. Ya sabemos que en cualquier momento puede haber una avería y nos podemos quedar sin luz, sin agua o sin lo que sea, pero también sabemos que es temporal, normalmente por poco tiempo y después todo vuelve a la normalidad.

Pienso: hay personas que solo ven lo negativo y ¡ qué poca resistencia tienen por una pequeña adversidad diaria!. ¿No se da cuenta de que todos los días dispone de un tremendo caudal de agua al que no da ninguna importancia y que no se siente afortunada por ello? ¡ Debo estar yo muy filosófica!

Llegamos a la calle y nos despedimos. Me libré de su gran tragedia y me fui a tomar mi rico desayuno.

Ya en la cafetería me entero de que hay una avería, que han cortado el suministro a las 7,30 de la mañana, pero a las 11 más o menos ya había vuelto. Problema y trauma resuelto, para quien lo haya tenido.

Mientras desayunaba, comienzan a recorrer mi mente muchas imágenes que están en mi cabeza y algunas de ellas también en mis fotos. Muchas más en mi cabeza que en mis fotos.

Frecuentemente no damos importancia a lo que tenemos y a veces pequeñas cosas son las más importantes, así que he recogido algunas imágenes de lugares con escasez de agua, de sitios donde los puntos de suministro son comunales, o de ciudades donde bañarse en un río que es marrón y donde flotan todo tipo de cosas (se pueden deducir fácilmente) es un lujo. En ese río, se bañan, se enjabonan, se lavan los dientes y lo mágico es que son felices.

En esos mismos sitios, sólo hay luz eléctrica desde las 21 horas hasta las 9 de la mañana, los días que hay suerte y en la mayoría de las casas, o como quiera que se llamen esos habitáculos, tampoco disponen de luz eléctrica.

Las imágenes a continuación corresponden a la región de Ladakh, denominado pequeño Tibet, en los Himalayas indios.

_en ruta.Bomba de agua

Parada en ruta, una mujer cogiendo agua que extrae con una bomba

_Rizzon.Lavando ropa

Rizzon, aprendices de monjes lavando su ropa

_Likir.Monje lavando

Cercanías del monasterio de Likir, monje lavando su ropa al lado de un manantial

581_LAMAYARU.Lavando dientes

Lamayuru, lavando los dientes en una zona comun. (Mantenga el area limpia,reza el rótulo)

Las imágenes que vienen a continuación están tomadas todas en el río Ganges donde suceden tanto los acontecimientos importantes como los cotidianos para los habitantes de su rivera.

_Ganges.Ablucion matinal

Abluciones matinales en un Ganges totalmente color café

_Ganges.Todos al baño

Baño de personas y animales. Los cuervos atentos sabedores de que habrá comida

_Ganges.Hijo bañando a padre

Enternecedora imagen de un hijo ayudando a su padre en su higiene

_Ganges.Bañista sonriente

La felicidad es un estado interior. Me encanta la sonrisa de este hombre

_Ghat.

Lavado de cuerpo, alma y ropa

_Ganges.En grupo

Se bañan, lavan el pelo, la ropa, sonrien, saludan……………..sorprenden

_Ganges.Cepillandose los dientes

lavando los dientes en el agua marrón

_Ganges.Cuervos y su presa

Comida para cuervos. Es lo que parece. A los fallecidos de lepra se les tira al Ganges, al mismo sitio donde todas las demás fotos fueron tomadas

_Ghat.Lavando ropa

Hombre con su ropa enjabonada, lavándola en el Ganges

_Varanasi.En la calle

Hombre duchándose en una calle de Benarés o Varanasi

Las tres fotos a continuación son campamentos para occidentales, utilizados en verano, ya que en invierno todo está nevado. Este es el lujo para occidentales, y lo de lujo no es irónico, es absolutamente real. De día se pueden alcanzan los 22-24º de temperatura, por la noche hay que dormir con doble o triple capa de ropa térmica.

949_Tsomoriri.Campamento

Campamento permanente en Tsomoriri, región de Ladakh

943_Tsomoriri.Suite

Interior de la tienda, con camas y esterilla. La apertura del fondo da al baño

944_Tsomoriri.Ducha

Cuarto de baño en cada tienda. Durante el día el sol calienta las tuberías y hay agua caliente. ¿El cacito pequeño? Para ducharse, está claro. El agua cae sobre la gravilla

Las próximas 2 fotos corresponden a hombres que trabajan construyendo carreteras. Cuando tienen un punto de agua, que baja por la tubería, procedente del deshielo de los picos de las montañas, lavan el camión, su ropa y se duchan.

_Lamayuru.Limpieza general

Lavando camión, ropa y a ellos mismos

_Lamayuru.Secando ropa

Secando la ropa que acaban de lavar

 

Dos últimas fotos de mujeres lavando ropa, verdura, vajilla……………….

_Manali

Mujeres en Manali lavando ropa y verdura

_1.Ladakh.Lavando vajilla

Niña lavando vajilla en la calle en Tsomoriri. Agua en un pequeño tanque

 

Finalmente, esto, sólo ha querido ser una pequeña reflexión sobre incidencias esporádicas, que deberíamos tomarlas como tal. De vez en cuando hay que mirar hacia atrás y ver que lo que desechamos, frecuentemente es una joya para otras personas. Esto del corte de agua y de mi trágica vecina, me he hecho pensar por un rato.

Tenemos asegurado tanto suministro de agua como de luz, ¡ que lujazo!

 

 

Entradas sobre Pequeño Tibet:

Ladakh, Pequeño Tibet. Nueva Delhi

4.000 metros de Altitud. Leh

Festival Budista Tibetano

4  Imágenes para el recuerdo. Pequeño Tibet

5 Un atentado nos sorprende en Lamayuru

 

 

Texto y Fotos: Vázquez Louise

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Un atentado nos sorprende en Lamayuru. Pequeño Tibet V

Nuestra llegada el día anterior a Lamayuru nos deja con los planes en suspenso. Ha habido un atentado, pero no sabemos más detalles ni tan siquiera donde ha sido. Se preveen carreteras cortadas y todavía es pronto para conocer en cuantas cosas más va a afectar al recorrido.

Camino de Lamayuru

Una serpenteante carretera nos lleva a Lamayuru

Camino de Lamayuru

Una de las las consecuencias del aislamiento de la región donde nos encontramos es la desinformación. La única manera de saber alguna cosa es a través de la televisión, a partir de las 9 de la noche, ya que durante el día no hay electricidad. Claro, la televisión si entiendes el hindi, que no es el caso. Las líneas telefónicas, solo operan las tradicionales, nada de internet ni teléfonos móviles. Así que toca tomarlo todo con tranquilidad y esperar. Al menos la casa de huéspedes es bastante decente y desde la terraza las vistas de Lamayuru son espectaculares.

En el pico de la montaña, el monasterio de Lamayuru

En el pico de la montaña el Monasterio de Lamayuru

Lamayuru

Mientras no sabemos qué pasó, donde ha sido el atentado y qué consecuencias va a tener en nuestro recorrido, la mejor opción, por otra parte magnífica, es seguir subiendo hasta el monasterio ya que el pequeño pueblo desde allá arriba es una gozada visual.

A la entrada se encuentra un rodillo de oración enorme, como es usual en todos estos lugares. Llama poderosamente la atención la cantidad de rodillos que hay en todos los tamaños y en cada tramo.

Bajo la mirada de unos monjes, juegan un niño de la escuela del monasterio con un niño rubio (muy exótico en esta parte del mundo) , cuya madre permanece inmutable sentada cerca. Su inmutabilidad, me irrita ya que imagino que los rodillos no son para jugar, y pienso, otro niño maleducado. Los monjes, parecen ser más comprensivos que yo.

Gran rodillo de oración en Lamayuru

Gran rodillo de oración en Lamayuru

Lamayuru

Llego al monasterio durante el rezo de la tarde y dentro del templo, además de los orantes hay 3 personas que hablan francés. Supongo que tienen que ver con el niño y madre rubios que encontré hace unos minutos.

Durante los rezos se reparte una bebida, que forma parte del ritual de oración. Esta bebida también se ofrece a los visitantes que en aquel momento se encuentran en el templo.

Monjes orando en Lamayuru

Monjes orando en Lamayuru

Lamayuru

Tiempo de rezo

Tiempo de rezo en Lamayuru

Lamayuru

Tiempo de rezo en Lamayuru

Lamayuru

Cuando llego al interior del templo, la ceremonia ha comenzado, pero el resumen es rezos y música que proviene de las trompetas de los monjes y del enorme tambor a modo de gong que toca el monje que está frente a él. La música se lee en ese libro estrecho y alargado que tiene delante. En todas las ceremonias se puede ver ese formato de libro, tanto para música como para oraciones. Además es curioso ya que las hojas no están cosidas sino que van sueltas.

De regreso a la casa de huéspedes seguimos sin noticias. Únicamente se sabe que explotó una bomba, que la autoría se atribuye a seguidores musulmanes y no mucho más. Habrá que esperar hasta el día siguiente para saber que más está pasando.

Con la soberbia vista de Lamayuru, desde el pequeño jardín en nuestro hospedaje, despedimos el día y vemos cómo se va poniendo el sol sobre las montañas, que van cambiando de color mientras el astro se retira. ¡ Un fantástico atardecer!.

Monasterio de Lamayuru y banderas de oración

Monasterio de Lamayuru y banderas de oración

Lamayuru

Por la mañana temprano, antes del desayuno, bajo hasta la zona del pueblo que no vi el día anterior. Sus ciudadanos se desperezan y comienza la vida cotidiana: una mujer sale con unas cuantas cabezas de ganado y un gran cesto a su espalda, para lo que surja durante el día; un hombre herrando a su caballo, otro hombre lavándose los dientes (post anterior), un padre, que más parece abuelo, llevando a su hijo a la escuela. Lo normal de un día a día, pero diferente por las extra empinadas cuestas y lo diferente de sus gentes y sus circunstancias.

Temprano por la mañana con la cesta a la espalda

Temprano por la mañana con la cesta a la espalda

Lamayuru

Si vives en un sitio como este, estás en forma si o si.

Si vives en un sitio como este, estás en forma si o si.

Lamayuru

Durante el desayuno seguimos sin suficiente información pero es seguro que el problema de fondo son los constantes problemas entre budistas tibetanos y musulmanes. Lo que desconocemos es cómo va a afectar a nuestros planes.

Y con esta perspectiva, nos dirigimos a Alchi, pueblecito situado en el bajo Ladakh. Es considerado uno de los más importantes emplazamientos culturales a lo largo de la cordillera de los Himalayas.

También su monasterio, uno de los mayores tesoros budistas, muy apreciado por sus frescos muy bien conservados y sus exhuberantes pinturas en el santuario, algunas de ellas datadas en el Siglo XI.

La visita a Alchi por lo tanto, es muy importante y una de las principales razones por las que estamos yendo hacia allí; pero a nuestra llegada y despues de la matadora carretera que hasta allí conduce, nos encontramos con un pueblo totalmente desierto. Tanto el monasterio con todas sus maravillas y riquezas se encuentra cerrado, así como tambien están cerrados todos los puestos de venta de artículos típicos. Es triste haber hecho tantos kilómetros para perdernos una de las mayores joyas en Ladakh.

El único consuelo es un obrador de pastelería excepcional, difícil de encontrar por aquellos parajes. De todos modos la compensación fué insignificante para lo que esperaba de Alchi.

Allí, en el medio de los solitarios caminos, me encontré a un francés que viajaba solo, en bicicleta, y pernoctaba de cuando en cuando en algún monasterio. Me pareció muy interesante y por otra parte una de las mejores desconexiones con el mundo que pueden existir, ya que él no se había enterado de ningún atentado, ni bomba, ni nada que se le pareciese. Centrado en su viaje y en su supervivencia, el resto del mundo parecía no existir pero tampoco parecía estar interesado en ello.

Lo más notable de aquel emblemático sitio, sin duda fueron sus lugareños, ataviados con los trajes típicos y dando vueltas en un recorrido que seguía las manecillas del reloj. Yo, que no me había percatado de que era unidireccional, y a pesar de ser un recorrido exento de gente, al menos aquel día, al verme hacerlo a la inversa se enfadaban mucho y me dirigieron hacia donde debería ir, o sea en dirección contraria.

Mujer vestida con el típico sombrero de la zona, mientras todos rezan

Mujer vestida con el típico sombrero de la zona

Alchi

 

Típico atuendo de la zona y portando un rodillo de oración

Alchi

Finalmente y con tristeza Alchi queda atrás, mientras la siguiente pregunta era cuales y cuantos monasterios budistas tibetanos estaban cerrados por la protesta o quizá protegiéndose ante otro posible o probable atentado.

Después de haber disfrutado tanto del encanto y emplazamiento de Lamayuru, así como de haber podido asistir a una ceremonia de rezo budista tibetana, con un bello ceremonial, duele la espina de no haber podido disfrutar del presunto esplendor de Alchi. Desgraciadamente no queda demasiado cerca para volver en otro momento.

 

Continuará en: Pequeño Tibet VI

Entradas de esta serie:

Ladakh, Pequeño Tibet. Nueva Delhi

4.000 metros de Altitud. Leh

Festival Budista Tibetano

4  Imágenes para el recuerdo. Pequeño Tibet

5 Ladakh, pequeño Tibet, los Porteadores de Piedra

 

Texto y Fotos: Luisa Vázquez

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Imágenes para el recuerdo.Pequeño Tibet IV

En el anterior post, estuvimos en el Festival Budista Tibetano de Phayang y en el día de hoy nos esperan bastantes horas de coche; aunque las distancias no son largas, las condiciones de las vías, que en la mayoría del recorrido es simplemente una pista estrecha y con muchas curvas, hace que cualquier distancia a recorrer se haga eterna.

Carreteras polvorientas y justitas

Carreteras polvorientas y justitas

Atrás queda el monasterio de Likir con su impresionante Buda cubierto de oro y que tiene una altura de unos siete metros y medio.

Monasterio de Likir

Monasterio de Likir

También atrás quedan los monjes trabajando la tierra o lavando la ropa en una acera cerca de un manantial mientra conversa con otro miembro de la comunidad, que hace un alto en su laboreo. La vida en esta parte del mundo es así de simple, así de natural.

Monje lavando ropa encima de la acera

Monje lavando ropa encima de la acera

Nos estamos dirigiendo a Rizong, otro monasterio sito en una ladera de montaña, resguardado y con unas vistas espectaculares sobre la cadena montañosa, que a lo lejos nos deja ver unos cuantos picos nevados. Abajo, se ven los 3 vehículos en los que nos desplazamos. Todo es silencio y quietud.

Vistas desde el Monasterio de Rizong

Vistas desde el Monasterio de Rizong

No muy lejos, hay una escuela-guardería donde encontramos las primeras monjas desde que estamos en Ladakh.

Monjas de una escuela-guardería

Monjas de una escuela-guardería

Niños de una escuela-guardería lavando ropa

Niños de una escuela-guardería lavando ropa

Seguimos nuestra ruta hacia Lamayuru, donde llegaremos por la tarde. Teniendo en cuenta de que hemos salido temprano por la mañana, y solo hacemos dos paradas, los kilómetros se hacen eternos.

Después de mucho tiempo de carretera hacemos una parada técnica: urgente ir al baño y comprar agua embotellada, una de las normas básicas para viajar por estos pagos: estar provisto de varias botellas de agua mineral. Es un pueblo muy pequeño pero con mucho tráfico donde se puede observar la cotidiana actividad de sus pobladores. Gente que se sube a un autobús repleto y donde se puede viajar en el techo del mismo; camiones decorados al estilo del país, llenos de color y muy llamativos; o también la vida de una niña de corta edad, que ya es responsable de cuidar y transportar a su pequeño hermano.

La niña con su hermano a cuestas fué una imagen a captar, pero todavía me gustó más el conjunto de mi compañero de viaje haciendo la fotos de los dos pequeños. Finalmente me produce tristeza pensar sobre lo que hay detrás de esta visión de la niña de triste cara.

Si los autobuses están abarrotados, opción segundo piso

Si los autobuses están abarrotados, opción segundo piso

Extra coloridos y ornamentados camiones

Extra coloridos y ornamentados camiones

Camión pasando por las omnipresentes banderas de oración

Camión pasando por las omnipresentes banderas de oración

Una foto irresistible: Niña de corta edad portando a su hermano

Una foto irresistible para Doug: Niña de corta edad portando a su hermano. Irresistible para mi, el conjunto.

Durante algunos kilómetros de la ampulosamente llamada Autopista Leh-Manali, el firme está asfaltado, lo cual es todo un lujo. Pero las alegrías duran poco y como mucho somos capaces de recorrer unos 10 o 15 kilómetros por algún trozo que se pueda denominar carretera. Cuando te estás acostumbrando a la fantástica autopista, sin transición volvemos de nuevo a la pista de tierra y piedras que nos llena los pulmones de polvillo y debido a ese polvillo usamos permanentemente gafas de sol porque los ojos se resecan. Es por esa razón y por la altitud que para los habitantes de Ladakh, unas gafas de sol sean un artículo de primera necesidad.

Disfrutando de las vistas desde el techo del autobús

Disfrutando de las vistas desde el techo del autobús

Nuestra siguiente parada será en un control de pasaportes; los constantes controles de esa zona deseada por Pakistán y China, como comenté en un post anterior.

Ahí mismo, en esa frontera imaginaria está colocado una publicidad del servicio de correos: Correo de la India. Bienvenido a Khalsi. Las cartas traen alegría, escribe una carta hoy. No sé por qué imagino que por esta zona los bancos no tienen mucha actividad. De lo contrario no se atreverían a poner eso de la alegría que traen las cartas. De Hacienda ya no hablamos. Finalmente, alguna ventaja tenían que tener los moradores de esta zona.

Las cartas traen alegría, escribe una carta hoy, reza el cartel

Las cartas traen alegría, escribe una carta hoy, reza el cartel

La vida aquí se toma con otra filosofía. Si hay un atasco en la carretera, la gente saca un hornillo y se pone a calentar comida o se hace un té. También si hay un caño que nos provee de un poco de agua, los trabajadores se paran y aprovechan para lavar el camión, lavar la ropa y de paso hasta se pueden dar una ducha. Practicidad y simplicidad.

Lavando el camión y tomando una ducha al mismo tiempo

Lavando el camión y tomando una ducha al mismo tiempo

Finalmente llegamos a Lamayuru, emplazamiento precioso con una guest house bastante decente. Me dirijo hacia el pueblo, una vez mas subiendo una empinada cuesta, pero en una curva me quedo a la caza de los camiones que pasan para hacer mi colección de fotos. A los conductores les gusta ser fotografiados, así que cuando me ven apostada con la cámara, reducen la velocidad para facilitarme la labor. Uno de ellos, el de la foto, se detiene y en cuanto yo termino de disparar, él me toma una con su móvil. Se reía mucho, ¡ que gracioso !, realmente son simpáticos.

Simpáticos camioneros

Simpáticos camioneros

Tata, es una multinacional india super potente con un negocio muy diversificado. De hecho muchos de los camiones y autobúses en este post son de esa marca.

Camiones y más camiones, siempre personalizados

Camiones y más camiones, siempre personalizados

Para terminar con el tema transportes por hoy, esta imagen de 2 mojes budistas tibetanos en su moto, a su paso por la pintada en la carretera de Bienvenido a Lamayuru.

Monjes motorizados

Monjes motorizados

Llama la atención lo concienciados que están en la región con el reciclaje, la no contaminación, separación de residuos y todo lo concerniente a mantener una conducta no agresiva con el medio ambiente.

Además podría parecer que la higiene personal, al vivir en unos habitáculos que no facilitan practicarla a menudo, no existe, pero es un gran error. Frecuentemente se puede ver en cualquier sitio que haya agua a personas lavándose los dientes, o dándose una ducha, rústica, pero ducha al fin y al cabo. En la foto a continuación, de un hombre lavándose los dientes, hay dos rótulos en hindi y en inglés de: mantenga límpia el área.

Lavando los dientes por la mañana

Lavando los dientes por la mañana

Esta enternecedora foto es de un cariñoso padre llevando en brazos a su pequeño hijo descalzo. Detrás de ellos, banderas de oración que nos acompañarán permanentemente donde quiera que vayamos mientras no salgamos de esta región.

Padre portando a su hijo

Padre portando a su hijo

Rodillos de oración de camino al Monasterio de Lamayuru. Detrás vuelven a estar las montañas y nuevamente las banderas de oración.

Rodillos de oración a la entrada de un monasterio

Rodillos de oración a la entrada del Monasterio de Lamayuru

Para finalizar esta serie de imágenes para el recuerdo de una nueva jornada en Ladakh, dos niños de la escuela del monasterio, juegan con un rodillo de oración grande. Como se ha podido observar hay rodillos de oración de muchos tamaños, incluso pequeños, que la gente lleva con ellos a donde quiera que vayan. Solamente añadir, que como en todos los países del mundo, los niños pueden jugar con cualquier cosa que tengan a mano.

Jugando con un rodillo de oración

Jugando con un rodillo de oración

Durante este recorrido por alguna de las imágenes que pasaron por delante de mis ojos y también de mi cámara durante estas 24 horas, he querido mostrar las diferentes sensaciones qué se pueden tener en un día de ruta a través de las inhóspitas pero al mismo tiempo fascinantes tierras de este Pequeño Tibet. El único hilo conductor del día de hoy han sido las imágenes y las sensaciones que producen las mismas. Cada cual tendrá una interpretación o sensación diferente de las mismas, pero espero que la senda haya sido interesante o al menos, entretenida.

 

Continuará en: Pequeño Tibet V

Entradas de esta serie:

Ladakh, Pequeño Tibet. Nueva Delhi

4.000 metros de Altitud. Leh

Festival Budista Tibetano

 

Texto y Fotos: Luisa Vázquez

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Festival Budista Tibetano. Pequeño Tibet III

Monasterio de Phayang

Monasterio de Phayang

Un nuevo día amanece y temprano salida hacia el Monasterio de Phayang. El nombre del monasterio significa Montaña Azul, y dicha montaña está situada detrás del monasterio.

Se dice que en el siglo XVI un Lama Gelugpa permaneció en el área acampado para contemplar la belleza del lugar. Mientras meditaba, vio a la protectora de Achi montada en su caballo azul. Pensó que la visión era un auspicio y decidió construir el monasterio en lo alto de la colina.

El monasterio es conocido por sus antiguos muros pintados y colecciones de thangkas. Está habitado por 100 monjes y también alberga una escuela para impartir enseñanzas del budismo así como educación moderna.

Es famoso el festival de Phyang por sus danzas, música y baile con máscaras.

Normalmente hay que subir para llegar a los monasterios y yo físicamente sigo bastante mal, como relaté en mi anterior post .Las subidas las llevo fatal.

A la llegada al recinto destinado al festival nada parece que vaya a suceder, es más no hay ni público, que irá apareciendo lentamente más tarde. Es perfecta esta ausencia de gente porque se puede ir viendo todos los pasos del procedimiento sin tanta  gente como se unirá posteriormente al evento. No es muchísima, pero tampoco el recinto es demasiado grande, así que más tarde será un poco incómodo.

Van apareciendo los monjes que serán los que marcarán, con el sonido de una especie de tambor que se coloca en posición vertical,  las diferentes fases del festival.

Iniciando el festival budista tibetano

Iniciando el festival budista tibetano

Destaca la desgastada vestimenta del monje situado en el centro

Destaca la desgastada vestimenta del monje situado en el centro

Aparentemente es una ceremonia informal, aunque seguramente sea formal para ellos. A pesar de usar una indumentaria más rica que la ordinaria, no parece que haya demasiado protocolo y los monjes sonríen, mas tarde se ríen con los niños que juegan en el recinto, se distraen y parecen disfrutar con todo lo que sucede alrededor. Los responsables que presiden el evento, emiten un mensaje corporal de tranquilidad. Se podría calificar como casual, próximo, humano.

Se comienza  desplegando un tapiz gigante. El tapiz viene transportado por bastantes hombres y obviamente es muy pesado. Lo desenrollan con mucha habilidad, lo extienden y suben. Es espectacular. Mide 4 pisos de altura. En él está representado buda que preside todo el festival.

Inmenso tapiz que se despliega para el festival.

Inmenso tapiz que se despliega para el festival.

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Se da inicio al festival

Posteriormente salen los pequeños que estudian en la escuela alojada en el monasterio con una especie de grandes trompetas que son las que anuncian el inicio del festival.

Apertura del festival

Apertura del festival

Los instrumentos musicales están decorados con coral

Los instrumentos musicales están decorados con coral

A continuación del ceremonial de tambores y trompetas, además una especie de desfile de los niños del monasterio (en las fotos) comienza lo que serán las propias danzas.

El vestuario es rico en su colorido y diseño como asimismo las máscaras que se utilizan para completar la representación. Todo obedece a un orden y significado que realmente no podría explicar más allá de la eterna lucha entre el bien y el mal, los demonios y las divinidades. Los movimientos, las máscaras, vestimentas, los zapatos son extraordinarios. Un espectáculo al que merece la pena asistir.

Festival en Phayang

Festival en Phayang

Festival en Phayang

Festival en Phayang

Festival en Phayang

Festival en Phayang

Festival en Phayang

Festival en Phayang

 Monjes danzando en el festival en Phayang

Monjes danzando en el festival en Phayang

Monjes danzando en el festival de Phayang

Monjes danzando en el festival de Phayang

Festival en Phayang

Festival en Phayang

Hasta aquí una serie de imágenes que fueron tomadas en las diversas fases en las que se desarrolla las distintas danzas del festival que dura horas y que son más ilustrativas que cualquier explicación.

Festival en Phayang

Festival en Phayang

Bastantes mujeres visten ataviadas para la ocasión con sus mejores joyas y vestuario. Los sombreros son los típicos de la zona. Los hombres mayoritariamente portan rodillos de oración.

Antes, mientras y después del festival propiamente dicho, los fieles pasan a rendir culto en las dependencias del monasterio.

Subiendo a orar en Monasterio Phayang

Subiendo a orar en Monasterio Phayang

Fieles en el Monasterio de Phayang

Fieles en el Monasterio de Phayang

Hay que descalzarse antes de subir

Hay que descalzarse antes de subir

Salimos del festival pasando por el monasterio propiamente dicho, subiendo por sus empinadas escaleras hasta donde están las pequeñas estancias frecuentemente bastante oscuras, iluminadas por velas o aceite y a donde suben los devotos despues del festival.

Al abandonar Phayang después de la espectacular representación, la sensación es un poco triste ya que todo allí ha sido extraordinario, además de la extraña mezcla entre presente y pasado que lo hace más interesante.

Finalizamos el día pernoctando en un campamento permanente, aunque no era ese el plan previsto.

Esta acampada será difícil de olvidar y lamentablemente no tengo fotos porque yo seguía encontrándome fatal. Un dolor bestial de cabeza como en mi vida, a pesar de tomar Dolocatiles a gogó. Recuerdo que sólo quería que me teletransportaran a mi casa. Si con un chasquido de dedos hubiese podido volver, allí habría terminado la ruta; así de mal me encontraba.

El campamento permanente se trataba de unas tiendas de campaña tipo las del ejército, con dos estrechas camas de cemento y como detalle de decoración el cabecero era una semicircunferencia también de cemento. Así que entre la estrecha base de cemento y el cabecero semicircular, parecía que estabas durmiendo en tu propia tumba. Fue impresionante.

Aún recuerdo a Héctor, un inglés de origen hongkonés, matándose de la risa mientras iba recorriendo todo el campamento y diciendo: es la primera vez en mi vida que veo una cama de cemento.

Aún no se si es que ya no podía empeorar o que coincidió pero al día siguiente, al menos el dolor de cabeza había remitido y todo volvió poco a poco a la normalidad. Afortunadamente, la vuelta inmediata a casa había sido imposible y podía continuar el viaje.

Al mismo tiempo que yo mejoré, comenzaron a caer uno a uno el resto del grupo. No hubo nadie que en algún momento no se encontrase entre mal y fatal. Esto de la altitud tiene su tela y era mi primera experiencia en los 4.000, aunque, a pesar de todo, espero que no sea la última.

Valle regado por el rio Indo visto desde el Monasterio de Phayang

Valle regado por el rio Indo visto desde el Monasterio de Phayang

En resumen, un día espectacular en cuanto a la visita al enorme monasterio, el fantástico escenario natural, con su franja verde en los terrenos colindantes al rio Indo y a partir de ahí la magnífica cadena montañosa que envuelve el lugar, incluyendo la montaña azul. Acerca del festival, una estética colorista con unos trajes muy llamativos, donde las máscaras son parte importante de todo el conjunto, así como el calzado que es singular. La atmósfera es tranquila, relajada, devota. Destaca el profundo interés con el que los locales siguen el festival. Creencias y diversión se unen en esta parte de la tierra.

Continuación del viaje en:    Imágenes para el recuerdo. Pequeño Tibet 4

 

Entradas anteriores de esta serie:

Ladakh, Pequeño Tibet. Nueva Delhi

2  4.000 metros de Altitud. Leh

 

Texto y Fotos: Luisa Vázquez

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4.000 metros altitud. Leh, Pequeño Tibet II

Vista parcial de Leh con sus casas de tejados planos

Vista parcial de Leh con sus casas de tejados planos

La llegada a Leh después de un día de calor infernal de Delhi, es un alivio. Temperatura agradable, incluso un poco fresca; todavía es temprano. (1ª parte, Delhi).

Existe una razón para visitar Ladakh en los meses de verano y es que tiene un clima frío, árido, con inviernos duros y largos desde octubre hasta principios de marzo, con temperaturas mínimas bajo cero durante la mayor parte del invierno. Las temperaturas de la zona varían desde los 33 ºC en verano hasta incluso llegar a los -28 ºC en invierno.

No recomendaría visitar India en verano, pero si el objetivo es el más remoto norte de la India, entonces, más que recomendable es imprescindible ya que en invierno la carretera  del recorrido previsto está cerrada por la nieve.

Nada más bajar del avión se percibe la falta de oxígeno. Hemos llegado a 3.650 metros de altitud sin puntos intermedios de aclimatación y tanto en el aeropuerto como en la casa de huéspedes (guest house) donde me alojaré durante los 2 primeras noches se encargan de manejar los equipajes. Lo hacen ya automáticamente, están acostumbrados a que la mayoría de viajeros tenga la misma sensación al llegar y sea bastante penosa una tarea que normalmente es sencilla.

Durante el desayuno conozco al miembro número 12 del grupo. Un neozelandés que previamente ha estado haciendo trekking en la zona durante 2 semanas. Obviamente él ya está adaptado a la altitud. No sé si es por ahorro de energía o por otra razón que desconozco, escasamente lo oiré hablar durante el periplo.

Mi llegada a Leh, no puede ser más desastrosa. Además del mal de altura cuyos síntomas son: dificultades para respirar, dolor de cabeza, letargia en general y poco apetito, creo que tengo una insolación; después del desayuno caigo semi-muerta en la cama de donde no me levantaré hasta el atardecer. Presiento que la visita al mercado de especias en Delhi fue matadora y la insolación ya la traigo del día anterior. Bonito comienzo.

Al atardecer, lentamente me acerco hasta la ventana de mi habitación desde donde contemplo un escenario fantástico de montañas con picos nevados. Me fastidia no haber podido caminar hasta la ciudad esa tarde, pero está un poco lejos y yo bajo mínimos.

Cadena montañosa de Ladakh. Vista desde Leh

Vistas desde la ventana de mi habitación

Únicamente desde 1974 es posible la visita a Leh para turistas extranjeros. Ha cambiado desde los días en que los trenes con yaks salían desde el gran bazar en Asia Central. Sin embargo la ciudad todavía conserva la sensación del salvaje oeste cuando caminas por las callejuelas donde se pueden ver las tradicionales mercancías de productos locales: alfombras y chales de lana hechos a mano, joyería de la zona, artefactos budistas, incluidos los rodillos de oración, máscaras y preciosos Thangkas son artículos que merece la pena considerar en el caso de pensar en comprar algo.

Con dificultad y todavía más tarde subo al tejado de la guest house, es plano, como una terraza. Desde allí las vistas todavía son más impresionantes. Veo monasterios y el palacio que visitaré al día siguiente. Ha merecido la pena subir al destartalado tejado lleno de cachivaches.

Monasterio Namgyal Semo en el pico de la montaña.

Monasterio Namgyal Semo en el pico de la montaña.

Durante la cena y súbitamente me encuentro fatal y sin poder llegar a mi habitación, cuyo candado no es para las prisas, poto. ¡Por favor, estoy hecha puré!

Tipico cerrojo y candado de la zona

Tipico cerrojo y candado de la zona

Nuevo día. Estoy como las baterías cuando titilan, a punto de agotarse; no obstante no he recorrido miles de kilómetros para quedarme tirada como una colilla, así que allá vamos.

Primera visita, Shanti Stupa «estupa de la paz interior» es un templo budista. Además de su significado religioso, su ubicación ofrece vistas panorámicas del paisaje circundante fantásticas.

La Stupa de Leh. Con una persona caminando a su lado se ven mejor las proporciones.

Shanti Stupa en Leh

El nacimiento de Buda en la Stupa de Leh

El nacimiento de Buda en la Shanti Stupa de Leh

Detalle de las decoraciones de la Stupa de Leh

Detalle de las decoraciones de la Shanti Stupa de Leh

La segunda visita es al Monasterio Namgyal Tsemo, budista tibetano construido en 1430. La razón para construir este monasterio es que el rey que le da su nombre, Namgyal era seguidor budista.

Larga ascensión al Monasterio Namgyal Semo.

Larga ascensión al Monasterio Namgyal Semo.

Subiendo al Monasterio Namgyal Semo

Subiendo al Monasterio Namgyal Semo

Tanto el Monasterio como la Estupa, están situados en las partes altas de las montañas que circundan la ciudad, por lo que ésta siempre aparecerá a nuestros pies.

La ciudad de Leh, a vista de pájaro

La ciudad de Leh, a vista de pájaro, con sus tejados planos

Es necesario subir y subir y en lo alto, a donde llego con dificultad, hay un hombre que comienza a conversar conmigo y me pregunta de donde somos. Le explico que toda la gente de mi grupo son angloparlantes de diferentes países y la única española soy yo. Pensé que era una charla intrascendente que no iría mucho más allá, pero estaba en un error.

Parece ser que lo que más le ha llamado la atención es que yo sea española y comienza a darme una clase de historia, que por supuesto yo no había solicitado. Asevera que España fue conquistada por los musulmanes y me encuentro metida en una conversación realmente inesperada. El tono y la insistencia sugerían una agresividad que yo no era capaz de comprender. Insistía: no lo puedes negar. Obviamente no iba a negar lo que es historia, pero exactamente es eso, historia. ¿Por qué me decía todo aquello y en aquel tono? Estaba totalmente descolocada. Más tarde supuse que la conversación estaba relacionada con los problemas entre los budistas y los musulmanes en la zona. Realmente fue chocante porque además en general los budistas tibetanos suelen tener un comportamiento muy tranquilo y amistoso.

Una mejor opción a una charla sin sentido, fue encaminarme al Palacio, en su momento Residencia Real del rey Tashi Namgyal. La importancia del mismo es que no solo es anterior al Palacio de Potala en Lhasa, Tibet, sino que sirvió como su modelo.

Palacio de Leh

Palacio de Leh

Las vistas desde el Palacio, son nuevamente magníficas, y el panorama cambia permanentemente desde los distintos puntos.

Para finalizar el día, la visita al Monasterio Sankar me parece muy bonita y distinta de los monasterios anteriores. Pertenece a los monjes Gelukpa o del Sombrero Amarillo. Son distintas órdenes dentro del budismo tibetano. El monasterio también sirve como residencia oficial del Principal Gelukpa en la región de Ladakh.

Fresco pintado en los muros de entrada al monasterio de ..........................

Fresco pintado en los muros de entrada al Monasterio Sankar

Me llaman especialmente la atención unos frescos a la entrada del templo que sugieren armonía y la vida de los monjes en estrecha relación con la naturaleza.  Por otra parte las decoraciones de las vigas que sustentan el piso superior, me parecen por su colorido y dibujos muy naíf.

Detalle de las decoraciones sobre madera del monasterio de......................

Detalle de las decoraciones sobre madera del Monasterio Sankar

El recorrido de los Monasterios, Estupa y el Palacio de Leh ha sido impresionante, así como las diferentes perspectivas que se pueden observar de la ciudad, que está situada en el valle por donde transcurre el río Indo. Las majestuosas montañas que nos circundan con sus picos nevados son impresionantes; nada te deja indiferente aquí.

Continuación del viaje en: 3.   Festival Budista Tibetano

 

Entrada anterior de esta serie:

Ladakh, Pequeño Tibet. Nueva Delhi

 

 

Texto y Fotos: Luisa Vázquez

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Ladakh, pequeño Tibet I. Nueva Delhi

Delhi a vista de pájaro

Delhi a vista de pájaro

Este, seguro, va a ser uno de los viajes más interesantes de los que he hecho, al mismo tiempo que un reto por razones que iré desgranando en su momento. No es mi primer viaje a India, pero esta vez, no me dirijo a los destinos más concurridos en ese país; ahora se trata de recorrer las inhóspitas y despobladas tierras de Ladakh.

La zona todavía es un territorio en disputa entre India, Pakistán y China, un área “sensible”, donde permanentemente hay controles de pasaportes, ausencia de internet y solo tendremos acceso a luz eléctrica a partir de las 20 ó 21 horas.

El nombre Ladakh significa: tierra de pasos elevados. Es una región en el estado de Jammu y Cachemira que se encuentra delimitada al norte por las montañas Kunlun y la cadena de los Himalayas por el sur.

En ocasiones denominada «Pequeño Tibet» por su aspecto geográfico y su cultura autóctona, está habitado por una población de ascendencia indoaria y tibetanos.

La población más grande es Leh, con 27.500 habitantes. Una mayoría de los ladakhis son budistas tibetanos y la mayoría del grupo restante son musulmanes Shia.

Comienzo mi periplo en un vuelo a las 7 de la mañana y entre vuelos y escalas en los que no soy capaz de dormir, transcurren 17 horas. Llego al aeropuerto de Delhi hecha polvo. Hora local, creo que eran las 5 de la madrugada. Pero finalmente, estoy en India. ¡ Aleluya!

Tengo curiosidad por conocer a la persona con la que compartiré habitación y tienda de campaña durante los próximos 21 dias. Nos encontramos en el aeropuerto y a pesar de que volamos desde los dos extremos del planeta nuestros horarios son coincidentes a la llegada. Ella viene desde Australia.

Parece que será una buena compañía, se verá, jeje.  Compruebo que no piensa perder un minuto y se apresura a hacer las primeras fotos, gente haciendo yoga en la calle durante el trayecto hasta el hotel. Yo solo pienso en pillar una cama. Paso de fotos y me asombro con su presteza. ¡ Tiempo habrá !

Finalmente, nada de cama; el calor, la activa compa, cambiar dinero, comprar agua, la llegada de otra gente que será parte del grupo,…….. demasiada agitación y novedades para ser capaz de relajarme y dormir un rato.

El calor es bestial, el hotel malo de solemnidad, sin duda un entrenamiento útil para el inmediato futuro.

Ya que no es posible dormir, decido aprovechar la tarde. Primero me subo al abarrotado metro y me dirijo a un templo Sij, relativamente cerca de mi siguiente objetivo.

Delhi siempre es frenético y caótico, prácticamente ninguna diferencia con la impresión que tuve la primera vez que viajé allí, aunque ahora tiene un par de millones de habitantes más. La población crece exponencialmente. ¡ Que locura!

En la entrada del templo y llevando el típico turbante sij

En la entrada del templo y llevando el típico turbante sij

Los templos sijs, este es el segundo que visito, son impresionantes por su arquitectura, sus mármoles, lámparas y decoraciones. Es obligatorio ponerse un pañuelo en la cabeza, descalzarse y pasar por una canaleta de agua. El ambiente del templo es de respeto y veneración.

Anexo al templo tienen organizadas unas cocinas y comedores donde diariamente dan de comer a miles de personas. Este en concreto, da de comer a 5.000 personas cada día, sin distinción de religión, según comenta la persona que me facilita los accesos.

Mujeres amasando chapatis

Mujeres amasando chapatis, detrás un hombre pasándolos por la plancha

Trabajar en una cocina como ésta, con altísimas temperaturas exteriores más las que se producen en el interior y sin parar de amasar, hornear o cocinar en las ollas extra grandes tiene mucho mérito. Mucho más ya que las personas que hacen estos trabajos son voluntarias.

Tremendas ollas y tremendos utensilios para remover la comida

Tremendas ollas y tremendos utensilios para remover la comida

En mi anterior viaje a Delhi había visitado el principal templo sij en esa ciudad, el Gurudwara Bangla Sahib, pero no tuve la oportunidad de entrar en las cocinas, aunque si me habían ofrecido comida. Ciertamente se la ofrecen a todas las personas que entran al templo, antes de salir del mismo.

Esta vez, con la oportunidad de la incursión al alma del templo y sus devotos, me pareció un recorrido más interesante. Los oropeles están muy bien, pero las experiencias más profundas están mucho mejor.

Siempre hay alguien que sonríe

Siempre hay alguien que sonríe

Saliendo y desde la terraza me asomo para observar el tremendo tráfico de esta inmensa ciudad. Es impresionante ver cómo se van mezclando coches, tuc tucs, motos, enormes carretillas repletas de sacos empujadas por hombres,…….un tráfico endemoniado en el que todos parecen saber qué tienen que hacer y quien tiene preferencia. Esto es lo habitual en la mayoría de Asia, pero siempre impresiona.

El frenético y caótico tráfico de Delhi

El frenético y caótico tráfico de Delhi

En rickshaw, entre la locura de tráfico, llego al mercado de especias.

El mercado es un loco ir y venir de hombres que acarrean enormes sacos que desprenden diferentes tipos de aromas. Parece increíble que esos delgados, delgadísimos hombres sean capaces de portar todo ese peso, en esas extremas condiciones climatológicas y de contaminación, sin parar, en unas calles atestadas de gente y tráfico. Esforzados y sudorosos, atropellan a todos los que interrumpen su paso si no eres lo suficientemente hábil para apartarte en el momento justo. No es de extrañar, imposible ir parando con todo ese peso. O andas con cuidado o serás violentamente empujado sin contemplación por estos exhaustos trabajadores.

Captar imágenes a pie de calle es tarea complicada, estorbas en cualquier sitio que te sitúes y mientras enfocas ya te han empujado, así que vuelta a comenzar.

El mercado a pie de calle.

El trajín del mercado a pie de calle

Sacos y Sacos de especias indias

Sacos y Sacos de especias indias

Comprobando la mercancía

Comprobando la mercancía

Caminando un poco más adelante, alguna gente parece estar interesada en ser inmortalizados en una foto. Concretamente el conductor de un rickshaw se para y sus clientes saludan, cuando se dan cuenta de que los enfoco con mi lente. Otros, sin embargo, simulan gran enfado por haber sido fotografiados aunque no lo hayan sido. Es una forma de forzar a que les dés unas cuantas rupias con las que sobrevivir. Pueden ser bastante insistentes y también intimidatorios.

Mostrando su mejor pose.

El conductor de un rickshaw intentando su mejor pose.

Vuelvo al hotel después de mi primer contacto con la gran urbe. A estas horas de la tarde, ya habrán llegado los que serán mis compañeros de experiencia y nos reunimos para una cena los 11 juntos; última cena “decente” por muchos días.

Sin tiempo practicamente para descansar, a las 3 de la madrugada nos dirigimos nuevamente al aeropuerto para volar a Leh.

Lo más interesante de la experiencia comenzará en Leh, a donde llegaremos en 4 horas; se trata de una población muy chiquitita, si la comparamos con los 14 millones de Delhi y situada a 3.650 metros de altitud.

A esa altitud, la falta de oxígeno se nota considerablemente nada más aterrizar.  Si a eso le sumamos las 36 horas de: interminables vuelos, cambios de temperaturas salvajes y la visita al mercado de especias bajo un sol abrasador, hace que esté hecha puré y comience a encontrarme mal, tan mal que ya no soy capaz de manejar mi equipaje. Así comienza mi incursión ladakhi.

 

Continuación del viaje en:  

2.- 4.000 metros altitud. Leh, Pequeño Tibet II

3.- Colorido Festival Tibetano. Pequeño Tibet III

4.- Imágenes para el recuerdo.Pequeño Tibet IV

5.- Un atentado nos sorprende en Lamayuru. Pequeño Tibet V

6.- Ladakh, pequeño Tibet, los Porteadores de Piedra

 

 

Texto y Fotos: Luisa Vázquez

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