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Amor en el Jardin de San Carlos

Este baluarte fue construido como castillo defensivo fuera de las murallas de la ciudad, en el Siglo XIV y se uniría a la Coruña en el Siglo XVI. Poco a poco perdería su importancia como baluarte y en el Siglo XVIII fue recuperado como jardín.

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Baluarte construido en el Siglo XIV, que ahora alberga un jardín

El aspecto actual se debe a que fue remodelado en 1834 y presenta la característica de jardín romántico. Ha sido declarado Conjunto Histórico-Artístico junto con sus murallas.

Numerosas especies de árboles tanto autóctonos como exóticos están presentes, entre los  que destacan dos gigantescos olmos centenarios.

Desde éste entorno privilegiado y gracias a su mirador, se puede observar todo el puerto, así como el Castillo de San Antón, construido en el Siglo XVI que formó parte de una red de castillos y baterías para defender la ciudad de la Coruña.

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Castillo de San Antón, que fue construido en un islote.

En este entorno tan especial descansan los restos del General Moore, muerto en la batalla de Elviña el 16 de Enero de 1809, luchando contra las tropas francesas, mientras defendía el embarco del ejército inglés frente a las tropas napoleónicas del general Soult.

El general inglés Lord Wellington dirigió una proclama al ejército en el Cuartel General de Lesaca el 4 de septiembre de 1809, recordada en San Carlos posteriormente, en la que aseveró: «Españoles: dedicaos a imitar a los inimitables gallegos».

A partir de estos hechos ciertos, se desarrolla la leyenda que a continuación relato, basada en el hecho real de que allí se encuentran los restos del general Sir John Moore, cuya memoria es honrada cada año por los ingleses residentes en la Coruña.

La tumba se sitúa en el centro del recoleto jardín rodeado de murallas, que durante la noche se cierra con una gran puerta de hierro forjado.

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En el centro del jardín, la tumba de Sir John Moore

Se dice que el 16 de Enero de 1940, años después de la muerte de Moore apareció la Coruña inmersa en una densa niebla debido a lo cual no se podían ver los objetos más cercanos.

El aire frío y crudo de un día de invierno, pasaba en ráfagas por las calles de la ciudad y el orvallo mojaba la ropa de la gente que caminaba por ellas.

A la hora que se abrieron las puertas del Jardín de San Carlos, una mujer, como de cincuenta años de edad, alta, con rostro de color blanquecino mate, ojos azules y cabellos rubios y rizados que acariciaban su frente, la delataban como hija de la raza anglosajona, atravesó callada y silenciosamente los cortos caminos bordeados con boj.

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Puerta de entrada al Jardín de San Carlos

La débil claridad del día, los árboles sin follaje, el viento frío que batía sobre las ramas desnudas, le daban al paisaje una tristeza imposible de describir.

Al entrar en el jardín, la mujer levantó el velo de su sombrero, que escondía de las miradas su rostro. Vestía un traje negro y una capa de piel que la abrigaba del frío y la humedad.

No había nadie en el jardín; el mar batía a los pies de aquellos muros tan fuertemente combatidos y su sonido además del viento que silbaba entre los árboles, llenaba el recinto de tristeza. Su aislamiento, el silencio de los muros desde cuyas ventanas se vislumbraba debido a la niebla, el Castillo de San Antón, en cuyos cimientos batían y se expandían las olas impetuosas quebrando el silencio majestuoso e imponente que velaba aquellos lugares, predisponía el ánimo para las más tristes expresiones.

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Hasta esta antigua muralla llegaba antes el mar. Hoy es el reciento de la Solana

En medio del parterre y resguardado por una pequeña reja de hierro, se erigía un sencillo monumento.

Los árboles se inclinaban por encima de la tumba de un guerrero desgraciado y las ramas sin hojas y frías parecían llorar encima.

La mujer, enlutada, blanca y rubia, la inglesa desconocida, se arrodilló al pie del monumento y besó la tierra húmeda y fría.

Aquella mujer debió amarlo mucho porque sus sollozos, sus palabras, tenían cariño. Aquellas miradas sobre la helada cantería, parecían iluminar la sombra que llamaban sus labios, los labios que murmuraban a cada instante con acento de amorosa confianza:

  • John !, John!

Su cabeza se inclinaba tristemente por encima de la verja y sus manos se cruzaban en actitud de muda desesperanza.

Después de echar una última ojeada a la tumba, aquella mujer cubrió el rostro con el velo que anteriormente había retirado, después de coger algunas hojas de las plantas que crecían alrededor de la verja.

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Aquí yace el general Sir John Moore

Durante algunos años, todos los días el 16 de Enero, llegaba a la misma hora; se quedaba algún tiempo al lado del sarcófago y después se alejaba sola, triste, como un alma dedicada a melancólicos recuerdos.

Un año sucedió que la desconocida no llegó a la misma hora que tenía por costumbre; fue un año en el que el 16 de Enero amaneció con un cielo iluminado por un hermoso sol que vivificaba la muerta naturaleza. Pero, cuando el astro del día se escondía tras las olas del mar del Orzán y llenaba el horizonte con mil nubes y colores del atardecer, entró la señora en el jardín, apoyada en el brazo de una doncella.

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El baluarte del Jardín de San Carlos un dia soleado

Su rostro, la lentitud con la que avanzaba en dirección al centro del jardín, aquella mirada mortecina, mostraba que su alma trabajada por el dolor iba a abandonar pronto su cárcel en la tierra.

Se acercó lentamente al sarcófago, se arrodilló, como solía, besó la tierra regada con sus lágrimas y después lentamente fue a sentarse cerca de una de las ventanas de la pared del jardín que dan al sur.

Allí en aquel banco de piedra, teniendo de frente el monumento mortuorio, dejó vagar sus extraviadas miradas a lo largo de todo el jardín.

El frío de la tarde se dejaba sentir con mayor intensidad.

¡Señora!, dijo su acompañante, “es muy tarde…. este frío puede hacerle daño”.

  • ¡Dejame, querida! ¿qué más da un día que otro?

Momentos después se alejaba de aquellos lugares.

  • ¡Adios por última vez!- murmuró al pasar al lado del sarcófago.

El guarda del jardín cerró el portón de la entrada detrás de ella.

¿Quién era aquella señora? Sin duda, la enamorada del general Sir John Moore.

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El romántico jardín que otrora fue defensivo, ahora es una atalaya con privilegiadas vistas

 

 

Texto y Fotos: Luisa Vázquez

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La apreciada Señora de Seixas, historia medieval

Hoy os traigo una leyenda cierta y documentada de lo que aconteció en la Fortaleza San Paio de Narla (Provincia de Lugo) y que se sitúa en 1544.

Fortaleza Narla.Friol.Lugo.Entrada

Entrada a la Fortaleza de Narla

El señor de Seixas, era un tirano medieval que cobraba unas rentas elevadísimas a los campesinos que trabajaban sus tierras.

Es sabido que en aquella época las rentas se cobraban en especie mayoritariamente, ya que provenían de una parte del producto que se trabajaba en las tierras propiedad de cada fortaleza o castillo y la cuantía dependía de las avaricias de cada Señor.

En el caso de las tierras de Narla, llegaba al extremo de que incluso debían pagar rentas por lo que se llamaba la “gallina caliente”, o sea, por los huevecitos de las gallinas cuando estan incubando.

La Señora de Seixas no estaba de acuerdo con tanta opresión, pero es sabido que donde hay mala pasta no se puede hacer un buen pastel.

Fortaleza Narla.Friol.Lugo.Arbol Genealogico

Árbol Genealógico de San Paio de Narla

El marido, enfurecido comienza a difamar a su mujer diciendo que era adúltera y que yacía con los criados.

No le gustaba ser cuestionado y menos por su mujer, razón por la que decide matarla dándole veneno; no calculó la dosis necesaria para producir el efecto buscado y ella sobrevive.

Pasados unos días, preso de ira, la apuñala, en el pecho, y así lo consigue. La coloca en su cama, poniéndole los brazos cruzados sobre el pecho, cubriendo las heridas con estopa, (producto que se obtiene del lino), y lo cubre con algodón y posteriormente la viste, pretendiendo que pareciese una muerte repentina.

Allí la tiene expuesta 4 días, porque coincide con el día de Todos los Santos . Durante los días de Santos y Difuntos, no hay oficios religiosos, así que esperan para darle entierro en Sobrado dos Monxes, en la capilla de la Magdalena, que mandaron restaurar, extremo que está documentado.

Pasados 21 días, comenzaron los comentarios en el pueblo de que no había sido una muerte natural, sino que la había matado alevosamente su marido.

Las habladurías llegan a oídos de los padres de ella, y se trasladan desde San Tirso de Abres, donde vivían, hasta el monasterio de Sobrado donde estaba enterrada.

Con la presencia de la justicia de la Coruña, ya que Sobrado dos Monxes pertenece a la provincia de la Coruña, levantan su cuerpo, comprueban como éste está blanquecino, destaponan las heridas y la sangre comienza a correr roja y líquida, como si no hubiese muerto, lo cual se considera un milagro, ya que su cuerpo se mantuvo incorrupto.

El Señor de Seixas, escapa a Portugal, de donde era oriundo. Hasta allí llegan sus vasallos, donde le dan muerte por lo que había hecho con su mujer.

Fortaleza Narla.Friol.Lugo

Escudo en la entrada de la Fortaleza

Se conservan las actas de defunción, levantamiento de cadáver y todo lo demás relacionado con esta historia. Por otra parte, todos los detalles estan recopilados en una revista que editaban en aquel entonces los monjes en el monasterio denominada “El Cronicón” donde se recogen todos esos datos y muchos más, algunos de ellos llenos de fantasía.

Parece ser que los monjes rociaron todo el monasterio con agua de hierbas aromáticas por miedo a contagio ya que ella, decían, era una reina mora…………….y de ahí aparecen muchas otras historias que no tienen que ver con los hechos ciertos y comprobados de este relato.

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Salón principal con chimenea en la Torre de Narla

Para finalizar, mi recomendación: el lugar de Narla, es un sitio histórico con un entorno natural privilegiado. Se entrelaza su paisaje, la Fortaleza, y las estupendas piezas de museo expuestas con exquisito gusto. Obligatoria su visita.

 

3ª Leyenda: ¿Breogán, Torre de Hércules y retranca están conectados? Historia de una leyenda

2ª Leyenda: ¿Me echas una mano? Leyenda de la Galicia mágica

1ª Leyenda: Visita San Andrés de Teixido o sino……

 

Texto y Fotos: Luisa Vázquez

 

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¿Breogán, Torre de Hércules y retranca están conectados? Historia de una leyenda

¿Podría estar El origen de la Torre de Hércules en la leyenda o mito de la Torre de Breogán? ¿Cuál es la relación del pueblo celta gallego con los pueblos celtas irlandeses y de una parte de los ingleses, concretamente los escoceses ?

Breogán fue un poderoso jefe de una de las tribus de ártabros que moraron las tierras de Galicia, en su parte central de la costa norte, cuando los celtas se asentaron miles de años antes de la invasión romana en nuestra región.

En una pequeña península denominada Coruña, existía la vieja ciudad que gobernaba el poderoso jefe. Las barcas de mimbre, recubiertas de cuero se abrigaban en el pequeño puerto de San Amaro.

Atreverse a navegar en ese tipo de embarcaciones era tarea sólo reservada a gente aguerrida .

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Reproducción de embarcaciones de mimbre recubiertas de pieles en las que los celtas navegaban allende los mares

Cerca de allí, en uno de los lados de la ribera, que culmina en un pequeño alto, hizo construir una torre grande, erguida en la parte más cercana al mar abierto, la que se supone es el origen de la Torre de Hércules.

La torre serviría de guía a los navegantes pero también para otros usos. Cuando encendían una hoguera en su cima, permitía transmitir señales a largas distancias durante la noche, como por ejemplo la llegada de grandes naves de los navegantes fenicios, que venían a comerciar con los gallegos; también servía la torre para llamar a una reunión, alertar de un peligro que acechaba y cosas por el estilo.

Las leyendas son así de fantasiosas, así que siguiendo con la fabulación y dando por sentado que Ith, hijo de Breogán poseía una vista inmejorable, la historia continúa: se cuenta que Ith, una tarde se subió a la cima de la torre y entrevió en las lejanías del mar, allá en los confines, entre las brumas de la distancia una tierra desconocida. El deseo de saber lo que habría en aquel lugar hasta entonces ignorado, lo empujó a la aventura.

Puestas así las cosas, le pidió permiso a su padre para organizar una expedición.

La intención de esta navegación era que quizá en la otra orilla del mar hubiese materiales que pudiesen fundirse para fabricar armas y herramientas; quizá el preciado metal amarillo con el que labraban preciadas joyas; puede ser que riquísimas frutas y semillas, maderas, lino para tejer sus ropas, diferentes animales……..

El viaje se realizó. Antes de la salida, Breogán recomendó a su hijo que hiciera el viaje montado en su caballo, sin bajarse de él hasta que llegase. Se trataba de un conjuro de buena suerte, ya que sólo así podría tener la certeza de que podría volver felizmente.

Supuestamente se arribó a Irlanda y fue de esta manera como los celtas de Galicia llevaron a Irlanda su civilización. De ahí la similitud de las ciudades o los castros de casas circulares que se encuentran en Irlanda y en Galicia. Además también, los preciosos torques de oro que asimismo tenemos en común. Parecidos nombres de ríos y lugares….. y hasta la misma gaita con parecidos temas musicales.

Esta leyenda, situada en la antigua Brigantium, también existe en Irlanda. Nos preguntamos ¿es casual que tanto en el Noroeste Peninsular como en Éire se comparta la misma leyenda?

De ser cierta este mito o ensoñación, quizá relato de la realidad, efectivamente Breogán habría sido el primero en erigir un faro donde ahora se encuentra la Torre de Hércules, razón por la que ahora se erige una estatua del mismo en los aledaños del milenario faro que sigue en funcionamiento a través de los siglos.

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Escultura de Breogán situada antes del ascenso que lleva a la Torre de Hércules

El jefe ártabro es representado como el padre mitológico del pueblo gallego. A veces, Galicia es descrita poéticamente como el «fogar» (hogar) o «nazón de Breogan«, (nación ) que se canta en el himno gallego “Os Pinos” de Eduardo Pondal.

Se desconoce el origen del nombre, aunque se baraja que el propio rey lo eligió como sobrenombre para distinguirse, ya que en dialectos del irlandés significa “el que tiene el nombre único”.

Leyendas o realidad, historiadores identificaron la torre-faro actual como el lugar donde pudo haber estado situada la Torre de Breogán, una torre mitológica que aparece entre otros en el ciclo mitológico irlandés, y desde la que Ith, habría avistado las costas de Irlanda.

Bryan Sykes (profesor de genética en la Universidad de Oxford, e investigador publicó en el año 2006 el libro «The Blood of the Isles» (La sangre de las islas), donde hizo un estudio con voluntarios que se prestaron a investigaciones genéticas a raíz de lo cual elaboró el mapa genético de Irlanda e Inglaterra, mostrando la vinculación genética de la población actual con antepasados provenientes del norte de la Península Ibérica, en este caso, galaicos.

En el mismo sentido, Spencer Wells en su obra «Nuestros antepasados» publicado en castellano en 2007 (director del proyecto Genográfico de National Geographic), estableció la dominancia de los marcadores genéticos del ADN en el norte peninsular, desde hace 16.000 años (último máximo glaciar) y su posterior extensión al noroeste de Europa. En sus estudios conecta el Norte Peninsular con el de las Islas Irlandesas y Británicas.

Leyendas, mitos, fabulaciones y realidades a veces se conectan y finalmente resultaría que la denominada flema inglesa, tendría bastante que ver, o sería una descendiente de la retranca gallega, una ironía y falta de definición, característica por la que se nos reconoce. ¿Algo negativo? Para nada, muy positivo, digan lo que digan los que no comprenden un humor fino e intangible al que no están acostumbrados.

Comenzamos con la leyenda para terminar con las investigaciones realizadas en la Universidad de Oxford sobre la relación de gallegos, irlandeses e ingleses. Un corto recorrido emocionante a través de la historia y el mito.Para finalizar, el Rey o Jefe Ártabro y su torre-faro pueden ser una ideación fantasiosa, lo que es una absoluta realidad es la retranca gallega.

 

2ª Leyenda: ¿Me echas una mano? Leyenda de la Galicia mágica

1ª Leyenda: Visita San Andrés de Teixido o sino……

 

Texto y Fotos: Luisa Vázquez

 

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¿Me echas una mano? Leyenda de la Galicia mágica

Si deseas sumergirte en el mundo de la magia, el misterio, el más allá y deseas ser transportado a espacios en los que los gallegos de las zonas rurales conviven con mucha naturalidad, a pesar de lo sorprendentes que puedan parecer algunas historias, concretamente ésta te cautivará o sorprenderá.

Forma parte de las leyendas gallegas sobre la Santa Compaña, brujas, meigas y todos los seres o espíritus que preferentemente aparecen durante la noche con diversos fines.

Mi abuelo era un gran conocedor de este tipo de relatos, y me encantaba escucharlo. Repetidamente pedía que me las contara, a pesar del pavor que me producían y que yo negaba tener.

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Imagina caminar entre los árboles del bosque de noche, cuando no había linternas

Para introducirnos en el ambiente, estos relatos siempre se sitúan en zonas rurales, en lugares con escasa población y que las personas, cuando lo necesitaban, se desplazaban a pie para ir a alguna villa cercana y a través del monte o de un bosque. En invierno, cuando hay menos horas de luz, si se camina entre las sombras que proyectan los árboles, además del sonido del viento silbando entre sus copas, en ocasiones el conjunto produce confusión o temor; hay que ser valientes para recorrer esos caminos en solitario.

Una de las historias de mi abuelo es la siguiente:

La gente del campo solía ser muy solidaria ya que todos necesitan de todos y siempre había que dar o solicitar ayuda en muchas circunstancias.

Era frecuente pedir “¿me echas una mano?” para subir una cesta y colocarla en la cabeza, que era una manera de transportar la compra o muchas otras cosas; para subir un haz de leña o de hierba.

Una señora, concretamente Marica (apelativo bastante frecuente en Galicia hace años para el nombre de María) fue un día a la villa, caminando, como solía hacerse.

Caminando de vuelta, cargada con el peso que llevaba, ya que había comprado muchas cosas, colocó la cesta en un muro bajo y se sentó a su lado para descansar durante un rato.

Le dolía mucho la zona lumbar porque Marica ya no era muy joven. Se demoró allí pensando que ya estaba cerca de casa y después, ya repuesta del cansancio, llegaría más rápido.

Aquel camino en donde se encontraba no estaba muy separado de las primeras casas del lugar y un poco más arriba del mismo muro donde estaba sentada, se situaba la iglesia de la parroquia.

Entretanto fue cayendo la noche pero Marica no tenía ningún miedo y como se encontraba bien, descansó un rato más.

Cuando se dispuso a seguir el viaje, murmuró: “¿no habrá algún alma de Dios que me venga a echar una mano?, ya que la cesta y toda la compra era pesada y volver a colocarla sobre la cabeza requería bastante fuerza.

No tuvo que aguardar mucho; por el camino vio venir una sombra, un hombre sin duda.

Le preguntó al hombre: ¿Me podría echar una mano para subir esta cesta?

El hombre se acercó a ella y calladamente, cogió la cesta y la puso en la cabeza de Marica.

“Que Dios se lo pague”, dijo ella agradecida. Y siguió su camino.

El hombre se quedó atrás y fue perdiéndose en las sombras de la noche.

Cuando Marica llegó a su casa, situó la cesta encima de la artesa de la cocina; quitó el paño blanco que la cubría y se dispuso a colocar las cosas que traía, cuando de repente dio un grito despavorida y retrocedió espantada.

Su marido corrió a su encuentro. ¿Qué te pasa Marica? ¿Qué hay en esa cesta que te da tanto miedo?

Volvió a acercarse a la artesa y se estremeció. En la cesta había ¡ la mano de un muerto!

A raíz de esta historia, que se cuenta como cierta, en lugar de pedir “Me echas una mano”, se suele decir “¿Haces el favor de ayudarme a subir…..?

Recuérdalo antes de volver a pronunciar esa frase, sobre todo si es por la noche.

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De noche y recorriendo las sendas del bosque, un escenario que llama al temor

Cuando mi abuelo me relata la historia debía de ser yo una niña de unos 7 años y por supuesto era de noche, después de la cena.

Aún puedo sentir la sensación de pánico recorriendo los pocos metros que había entre la cocina de casa de mis abuelos hasta mi dormitorio, totalmente a oscuras y con el claro objetivo de meterme en la cama rápidamente, como si eso me asegurase estar a salvo de todos los muertos, espíritus o lo que fuera que pudiese aparecer. Aquellos metros, que actualmente sé que eran pocos, en aquel entonces me parecían eternos y además aterradores, aunque no lo podía confesar ya que sino no me volverían a contar ninguna historia más.

Memorias de la niñez.

1ª Leyenda: Visita San Andrés de Teixido o sino……

Texto y Fotos: Luisa Vázquez

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Visita San Andrés de Teixido o sino…..

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Vistas del Océano y la torre del monasterio bajando hacia San Andrés de Teixido

El origen de una antigua leyenda, se encuentra en el Ayuntamiento de Cedeira, provincia de la Coruña, en la boscosa Serra da Capelada (Sierra de la Capelada) al lado del Océano Atlántico próximo al acantilado con la cota más alta de la Europa continental, A Vixía da Herbeira, con 613 metros de altura. Las vistas son maravillosas y la leyenda bonita.

Muy cerca del borde Atlántico se encuentra uno de los santuarios más famosos de Galicia por la leyenda que lo rodea. Se trata del santuario de San Andrés de Teixido.

El nombre de Teixido proviene de los bosques de tejos (teixos en gallego) que lo circundan. En el pasado, un pasado lejano, cuando aún no existían vehículos a motor ya acudía la gente de toda la región, así como también de Asturias y León al santuario por la fama de sus milagros y curaciones.

Es uno de mis sitios preferidos en la costa de gallega, con magia, espectaculares vistas panorámicas, poco poblado, escasamente llegan a 50 las personas que viven en el lugar y fuera de los circuitos turísticos masivos, aunque cada vez más visitado, con la mejora de las carreteras. Aun así, por ahora el poblado e iglesia, conservan mucha autenticidad y encanto.

La leyenda que llega a mí, procede del mismo lugar de peregrinaje y me pareció muy tierna como un cuento infantil y simpática por la forma en la que hablan sus protagonistas. Hay distintas versiones de la misma, pero esta es mi preferida.

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Santuario de San Andés de Teixido en la costa Atlántica

Para situarnos en el tiempo, mencionar que se tiene constancia del santuario desde el siglo XII, aunque parece que las peregrinaciones a Teixido comenzaron a partir de la Edad de hierro durante la cultura castreña.

Son varios siglos los que nos separan del inicio de la historia y los caminos, las ropas, las comidas, modo de vida, etc. nada tienen que ver con el presente; resaltar que una peregrinación era palabras mayores, mucho esfuerzo, ninguna bagatela.

La gente caminaba por el monte y dependiendo de dónde partiese, había que hacer largas caminatas, llevando un hatillo y un guía que les enseñase el camino, así como los mejores lugares para dormir por la noche, ya que con frecuencia se precisaban varios días.

La leyenda dice que el Apóstol San Andrés se encontraba en aquel rincón (Teixido) separado , aislado y sencillo. Estaba triste de ver como las grandes peregrinaciones de toda la parte del mundo cristiano, se dirigían a Compostela para orar en la tumba del Apóstol Santiago, a pesar de las penalidades que tenían que sufrir. En cambio su santuario estaba vacío aunque Andrés también hacía milagros y sanaba enfermedades que serían incurables sin su ayuda protectora.

San Andrés recorría los caminos errantemente y se puede decir que un poco abatido si no fuese porque era santo. Puede ser que no abatido, pero no podía estar muy contento de todos modos.

Un día en el transcurso de una de sus largas caminatas en las que cavilaba sobre su poca suerte, de repente se encontró a Nuestro Señor que había venido a “nuestra tierra” (Galicia) para ver cómo andaban las cosas; al verlo el Señor, le preguntó:

  • Te veo tristecillo, Andrés, ¿qué es lo que te pasa?

San Andrés, aprovechando la coyuntura, le respondió:

  • Divino Maestro, estoy triste porque veo que de todo el mundo viene gente a visitar a tu discípulo Santiago, que está en buena tierra y tiene buenos caminos para llegar hasta allí; sufren y padecen largos días desde lejanas tierras y a continuación, humildemente añadió “en cambio nadie viene hasta mí; mi santuario está vacío como si yo no fuese también tu discípulo, no menos fiel y celoso del bien para todos los hombres.

El Señor mirándolo con cariño, le dijo:

Dices bien, Andrés, tú no vas a ser menos que Santiago. Desde ahora te prometo que nadie va a entrar en el cielo, sin haber visitado tu santuario, por lo menos una vez en la vida: aquel que no lo hubiese hecho en vida, lo visitará después de muerto.

Y parece ser que así fue. Por eso se dice:

A San André de Teixido, vai de morto o que non vai de vivo. (A San Andrés de Teixido, va de muerto el que no fue de vivo).

El relato de la leyenda termina ahí, pero a esto hay que añadir la explicación de la forma en la que se hace el recorrido al santuario en caso de no haberlo hecho de vivo. De no haber peregrinado al lugar en vida, se va de muerto en forma de lagartija, sapo, culebra, o cualquier otro animalillo que se arrastre. Por tal motivo se recomienda no matar a ninguno de estos animales en el camino hacia Teixido, ya que es un alma en peregrinación.

Algunos cristianos temerosos de semejante suerte, deciden pedir a alguien que haga el recorrido por ellos en vida en el caso de no poder hacerlo personalmente. Tal es así que parece estar documentado el donativo que hizo una señora imposibilitada para que hiciesen el camino en nombre de ella; supongo que no le parecía muy atractiva la idea de ir reptando como animalito en una segunda vida.

Se pueden encontrar más versiones de esta historia, incluso con más datos, pero la que aquí se describe, con una conversación tan humana fuera de divinidades o santidades, es mi favorita.

Ni que decir tiene que recomiendo encarecidamente visitar esa zona, no ya por razones de fe, que en caso de ser creyente sería un recorrido aprovechado doblemente, sino porque todos los sitios reseñados anteriormente: A Serra da Capelada, A Vixía da Herbeira, Cedeira, y por supuesto San Andrés de Teixido son lugares preciosos donde se entremezcla de una manera muy especial mar, montaña, bosques, caballos salvajes y rincones llenos de hermosura, tanta, que tardarás mucho en olvidar todas esas vistas y sensaciones. Me corroboraron la recomendación unos madrileños que me encontré el pasado verano, a lo largo de una no muy larga conversación casual: se habían enamorado de la zona que acabo de describir y les ilusionaba volver.

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Llegando a Teixido, océano, acantilados, bosques y santuario

 

2ª Leyenda: ¿Me echas una mano? Leyenda de la Galicia mágica

 

Texto y Fotos: Luisa Vázquez

 

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