El ambiente de la noche previa al “Mercado das Rutas do Mar” era fantástico. Todas las cafeterías, restaurantes y calle estaban llenas de gente, pero no hasta el punto de que fuese insoportable sino agradable. Lleno pero no petado, alegre pero no pasado de vueltas.
En una atmósfera que entremezclaba muxianos, veraneantes, peregrinos y visitantes de fin de semana, se podría denominar como “estar en casa”, pero mejor.
Hay que explicar que actualmente algunos peregrinos deciden seguir caminando después de llegar a Santiago de Compostela y terminan la ruta en Muxía, Finisterre o Camariñas (Costa da Morte). El final perfecto, frente al mar.
La gente, tanto local como foránea, habladora, muy sociable, así que me encontré teniendo conversaciones con gente que no había visto en mi vida y que seguramente no vuelva a ver, pero todo era muy simpático. Hay que reconocer que la bebida ayuda, aunque no debió de ser tanta ya que al día siguiente, saludé a personas de media Muxía como si los conociese de toda la vida. Estaba rodeada de conocidos.
Las calles por donde discurría el mercado estaban adornadas con redes, así como los diversos puestos de artesanía a los que habían añadido conchas de vieiras, zamburiñas y otros bivalvos.
Comenzando el recorrido había unas rederas, reparándolas, haciendo una demostración de este oficio imprescindible para la pesca. Más adelante, unos hombres construyendo nasas; una representación de todo lo que se hace en una villa marinera en su día a día. Más adelante botes de pesca, donde los niños disfrutaban a placer.
Los puestos de artesanía mayoritariamente tenían que ver con productos de la zona, como encajes, maquetaría de botes, faros, hórreos, edificios populares de la zona….., recuerdos de los riquísimos percebes en forma de llaveros, percebes- imanes o percebes-peregrinos, muy graciosos.
No podían faltar, por supuesto, los puestos de panes de diversas clases, así como empanadas variadas y en el capítulo restauración caliente, además de la consabida carne o chorizo a la parrilla, unos deliciosos arroces con fresquísimos productos del mar como berberechos, almejas, mejillones, etc. Por si fuese poco, tartas caseras recién hechas era la aportación de algún o alguna aficionada a la repostería. ¡ Deliciosas! ¿Quién se puede resistir a todas estas tentaciones?
Todo esto, mucho más, y un ambiente de participación de los muxianos vestidos para la ocasión con las tradicionales indumentarias marineras hicieron del Mercado de las Rutas del Mar un fin de semana espléndido y divertido.
Amenizado grupos de música tradicional francamente buenos, grupos de amig@s tocando panderetas y cantando, poniendo notas de autenticidad y buen rollo y también unos simpatiquísimos grupos de animación, francamente enrollados que sacaban una sonrisa allá por donde pasaban, hicieron de este evento algo a repetir.
Y para terminar la fiesta, había un pez espada de 305 Kg. que fue cortado en porciones y hecho a la plancha el domingo a última hora, y que se distribuyó gratis para los que aún se encontrasen de parranda. El pez se encontraba expuesto desde el día anterior en la calle, en un mar de hielo. ¿Quien da más como fin de fiesta?
Auténtico muxiano con un abundante bigote que lo hace irresistible. Ironía gallega, tambien llamada retranca. Todo él es pura retranca.
Como dice la canción: El año que viene, vuelvo.
Texto: Luisa Vázquez
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Habrá que pasarse alguna vez. Un saludo.
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Gracias por el comentario.
Un saludo
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Bonito recorrido por Muxia, tan preciso q parece q uno estuviera en la fiesta, genial amiga.
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Gracias.
Fue muy guay estar allí. Y prometo volver.
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