Un atentado nos sorprende en Lamayuru. Pequeño Tibet V

Nuestra llegada el día anterior a Lamayuru nos deja con los planes en suspenso. Ha habido un atentado, pero no sabemos más detalles ni tan siquiera donde ha sido. Se preveen carreteras cortadas y todavía es pronto para conocer en cuantas cosas más va a afectar al recorrido.

Camino de Lamayuru

Una serpenteante carretera nos lleva a Lamayuru

Camino de Lamayuru

Una de las las consecuencias del aislamiento de la región donde nos encontramos es la desinformación. La única manera de saber alguna cosa es a través de la televisión, a partir de las 9 de la noche, ya que durante el día no hay electricidad. Claro, la televisión si entiendes el hindi, que no es el caso. Las líneas telefónicas, solo operan las tradicionales, nada de internet ni teléfonos móviles. Así que toca tomarlo todo con tranquilidad y esperar. Al menos la casa de huéspedes es bastante decente y desde la terraza las vistas de Lamayuru son espectaculares.

En el pico de la montaña, el monasterio de Lamayuru

En el pico de la montaña el Monasterio de Lamayuru

Lamayuru

Mientras no sabemos qué pasó, donde ha sido el atentado y qué consecuencias va a tener en nuestro recorrido, la mejor opción, por otra parte magnífica, es seguir subiendo hasta el monasterio ya que el pequeño pueblo desde allá arriba es una gozada visual.

A la entrada se encuentra un rodillo de oración enorme, como es usual en todos estos lugares. Llama poderosamente la atención la cantidad de rodillos que hay en todos los tamaños y en cada tramo.

Bajo la mirada de unos monjes, juegan un niño de la escuela del monasterio con un niño rubio (muy exótico en esta parte del mundo) , cuya madre permanece inmutable sentada cerca. Su inmutabilidad, me irrita ya que imagino que los rodillos no son para jugar, y pienso, otro niño maleducado. Los monjes, parecen ser más comprensivos que yo.

Gran rodillo de oración en Lamayuru

Gran rodillo de oración en Lamayuru

Lamayuru

Llego al monasterio durante el rezo de la tarde y dentro del templo, además de los orantes hay 3 personas que hablan francés. Supongo que tienen que ver con el niño y madre rubios que encontré hace unos minutos.

Durante los rezos se reparte una bebida, que forma parte del ritual de oración. Esta bebida también se ofrece a los visitantes que en aquel momento se encuentran en el templo.

Monjes orando en Lamayuru

Monjes orando en Lamayuru

Lamayuru

Tiempo de rezo

Tiempo de rezo en Lamayuru

Lamayuru

Tiempo de rezo en Lamayuru

Lamayuru

Cuando llego al interior del templo, la ceremonia ha comenzado, pero el resumen es rezos y música que proviene de las trompetas de los monjes y del enorme tambor a modo de gong que toca el monje que está frente a él. La música se lee en ese libro estrecho y alargado que tiene delante. En todas las ceremonias se puede ver ese formato de libro, tanto para música como para oraciones. Además es curioso ya que las hojas no están cosidas sino que van sueltas.

De regreso a la casa de huéspedes seguimos sin noticias. Únicamente se sabe que explotó una bomba, que la autoría se atribuye a seguidores musulmanes y no mucho más. Habrá que esperar hasta el día siguiente para saber que más está pasando.

Con la soberbia vista de Lamayuru, desde el pequeño jardín en nuestro hospedaje, despedimos el día y vemos cómo se va poniendo el sol sobre las montañas, que van cambiando de color mientras el astro se retira. ¡ Un fantástico atardecer!.

Monasterio de Lamayuru y banderas de oración

Monasterio de Lamayuru y banderas de oración

Lamayuru

Por la mañana temprano, antes del desayuno, bajo hasta la zona del pueblo que no vi el día anterior. Sus ciudadanos se desperezan y comienza la vida cotidiana: una mujer sale con unas cuantas cabezas de ganado y un gran cesto a su espalda, para lo que surja durante el día; un hombre herrando a su caballo, otro hombre lavándose los dientes (post anterior), un padre, que más parece abuelo, llevando a su hijo a la escuela. Lo normal de un día a día, pero diferente por las extra empinadas cuestas y lo diferente de sus gentes y sus circunstancias.

Temprano por la mañana con la cesta a la espalda

Temprano por la mañana con la cesta a la espalda

Lamayuru

Si vives en un sitio como este, estás en forma si o si.

Si vives en un sitio como este, estás en forma si o si.

Lamayuru

Durante el desayuno seguimos sin suficiente información pero es seguro que el problema de fondo son los constantes problemas entre budistas tibetanos y musulmanes. Lo que desconocemos es cómo va a afectar a nuestros planes.

Y con esta perspectiva, nos dirigimos a Alchi, pueblecito situado en el bajo Ladakh. Es considerado uno de los más importantes emplazamientos culturales a lo largo de la cordillera de los Himalayas.

También su monasterio, uno de los mayores tesoros budistas, muy apreciado por sus frescos muy bien conservados y sus exhuberantes pinturas en el santuario, algunas de ellas datadas en el Siglo XI.

La visita a Alchi por lo tanto, es muy importante y una de las principales razones por las que estamos yendo hacia allí; pero a nuestra llegada y despues de la matadora carretera que hasta allí conduce, nos encontramos con un pueblo totalmente desierto. Tanto el monasterio con todas sus maravillas y riquezas se encuentra cerrado, así como tambien están cerrados todos los puestos de venta de artículos típicos. Es triste haber hecho tantos kilómetros para perdernos una de las mayores joyas en Ladakh.

El único consuelo es un obrador de pastelería excepcional, difícil de encontrar por aquellos parajes. De todos modos la compensación fué insignificante para lo que esperaba de Alchi.

Allí, en el medio de los solitarios caminos, me encontré a un francés que viajaba solo, en bicicleta, y pernoctaba de cuando en cuando en algún monasterio. Me pareció muy interesante y por otra parte una de las mejores desconexiones con el mundo que pueden existir, ya que él no se había enterado de ningún atentado, ni bomba, ni nada que se le pareciese. Centrado en su viaje y en su supervivencia, el resto del mundo parecía no existir pero tampoco parecía estar interesado en ello.

Lo más notable de aquel emblemático sitio, sin duda fueron sus lugareños, ataviados con los trajes típicos y dando vueltas en un recorrido que seguía las manecillas del reloj. Yo, que no me había percatado de que era unidireccional, y a pesar de ser un recorrido exento de gente, al menos aquel día, al verme hacerlo a la inversa se enfadaban mucho y me dirigieron hacia donde debería ir, o sea en dirección contraria.

Mujer vestida con el típico sombrero de la zona, mientras todos rezan

Mujer vestida con el típico sombrero de la zona

Alchi

 

Típico atuendo de la zona y portando un rodillo de oración

Alchi

Finalmente y con tristeza Alchi queda atrás, mientras la siguiente pregunta era cuales y cuantos monasterios budistas tibetanos estaban cerrados por la protesta o quizá protegiéndose ante otro posible o probable atentado.

Después de haber disfrutado tanto del encanto y emplazamiento de Lamayuru, así como de haber podido asistir a una ceremonia de rezo budista tibetana, con un bello ceremonial, duele la espina de no haber podido disfrutar del presunto esplendor de Alchi. Desgraciadamente no queda demasiado cerca para volver en otro momento.

 

Continuará en: Pequeño Tibet VI

Entradas de esta serie:

Ladakh, Pequeño Tibet. Nueva Delhi

4.000 metros de Altitud. Leh

Festival Budista Tibetano

4  Imágenes para el recuerdo. Pequeño Tibet

5 Ladakh, pequeño Tibet, los Porteadores de Piedra

 

Texto y Fotos: Luisa Vázquez

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9 comentarios en “Un atentado nos sorprende en Lamayuru. Pequeño Tibet V

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