Archivo por días: 24 noviembre, 2019

Ladakh, pequeño Tibet, los Porteadores de Piedra

Ladakh, denominado también pequeño Tibet, es una zona que merece la pena explorar a pesar de los inconvenientes de altitud, extremo control de carreteras por estar situado en una zona entre Pakistán y China, zona caliente reclamada por Pakistán; nula comunicación vía móvil, electricidad solo a partir de las 20 horas, además de pernoctaciones en campamentos. No obstante, y a pesar de todo lo que acabo de enumerar, cuando lo conoces deseas volver.

Valle de Basgo, Patrimonio de la Humanidad, desde aquí hasta la cima donde se encuentra el monasterio, es un larguísimo y ascendente camino.

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Ladakh, pequeño Tibet

Viajando por esas remotas carreteras, cordillera del Himalaya, donde la altitud, entre 3.500 y 5.600 metros hace que caminar sea extenuante, ya no digamos subir pendientes, y donde la realización de cosas habituales se hace mucho más lenta y fatigante de lo normal, observar a los porteadores de piedra, me resultó sorprendente.

En el solitario emplazamiento de Basgo, en lo alto de una montaña se encuentra el monasterio que lleva el mismo nombre. Fue uno de los varios sitios en los que asistí perpleja a la labor de los porteadores de piedra.

Situación del monasterio tibetano de Basgo

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Ladakh, pequeño Tibet

La subida al monasterio bajo un sol aplastante, hace que busques una sombra ávidamente, pero escasamente hay.

Al mismo tiempo que yo, subía un porteador, sin prisa pero sin pausa, con un ritmo fruto de la mucha experiencia haciendo ese trabajo, ritmo que me era difícil seguir, ya que yo necesitaba hacer paradas.

La región es muy árida. Impresionantes cañones, incesantes vientos que portan arenilla permanentemente, únicamente se salva de la sequía extrema el valle, razón por la que es lo único que está escasamente habitado. Sin embargo el monasterio se haya situado en una cima montañosa. Es un contraste impactante.

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Ladakh, pequeño Tibet

El valle es hermosísimo y en cuanto te alejas un poco, la montaña emerge para protegerlo.

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Debido al viento que comentaba antes,  la gente suele ir bastante tapada, con pañuelos cubriendo la cabeza y cara; lo más frecuente es que las mujeres usen pantalones, así que a veces resulta un poco difícil distinguir el sexo de las personas. Mi porteador, era porteadora.

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Al regreso del monasterio, bajando, veo un grupo de personas juntas y me doy cuenta de que la mujer que subía las piedras, forma parte de una familia compuesta de padre, madre y dos hijos, niña y niño y también están con otra mujer que parece estar embarazada pero que no sé si hay relación de parentesco; todos ellos realizan el mismo duro trabajo, a pesar de que los niños, sin duda, no llegan a la adolescencia. No sé cuánto pesan las piedras, una barbaridad de kilos, lo que si se es que un compañero de viaje quiso levantar una sola y no lo logró. Ellos acarrean varias al mismo tiempo en esos artilugios de madera que llevan a la espalda y que sujetan con unas cintas.

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Ladakh, pequeño Tibet

Les hago unas fotos, aunque me resulta violento esta especie de asalto a la vida de la gente. En estas personas, hay una absoluta falta de expresión en sus rostros. No son posados, aunque podrían parecerlo por su pasividad al ser fotografiados . Me corto ante su inexpresividad, su ausencia de consentimiento o rechazo.

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Quizá sea su extremo cansancio, quizá su sorpresa, porque por allí pasa tan poca gente que quien sabe cuál es su percepción de los rostros occidentales portando cámaras que pocas veces habrán visto. Tímidamente entablo un intercambio de frases con ellos, aunque se interpone como barrera el idioma.  Logro saber que son nepalíes y no imagino que tipo de vida tendrían en Nepal para trasladarse a otra vida que difícilmente deja camino a la imaginación para algo más duro.

Me está matando la incomodidad ante su falta de expresión, una especie de desinterés por lo que no sea seguir cargando la piedra. Quizá su eminente prioridad sea terminar su trabajo aquel día para poder acceder a un básico alimento de supervivencia.

Remarcable el tamaño de las piedras.

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Ladakh, pequeño Tibet

Mi compañero de viaje, el incapaz de ni siquiera mover una de las piedras, regresa del monasterio en ese momento y me sugiere hacerles una foto con su IPhone y mostrarles unos emojis . La idea me parece buena, aunque me aterra un poco la reacción de ellos. Les hace una foto y con sus caras, les muestra unos ojos locos saliendo de sus órbitas. Después de unos instantes de perplejidad, como si no se creyesen lo que están viendo, comienzan el período de expresar su asombro, únicamente con su rostro. Se asombran mucho para finalizar sonriendo.  Finalmente aparece una señal de pequeña diversión en sus vidas mientras no puedo parar de preguntarme hasta qué punto puede ser dura y difícil.

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Ladakh, pequeño Tibet

Ver sus caras con una sonrisa, por leve que fuese, e interactuar con ellos a través de las pantallas de nuestras cámaras enseñándoles las fotos que les habíamos tomado, fue emocionante. Revisar sus caras en la pantalla LCD de la cámara les produjo mucho interés, aunque seguían serios; ver sus caras con aquellos ojos saliéndose de sus órbitas, hizo que sonrieran y parecían divertidos, me encantaría conocer sus pensamientos y sentimientos.

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Puede parecer estúpido pero esa tarde, después de verlos asombrados, intrigados y sonrientes, al abandonar el lugar pensé lo maravilloso que es aportar una sonrisa, un momento de felicidad fugaz a cualquier gente, pero más a la tan desfavorecida en el injusto reparto de vidas. Imagino que en más de una ocasión comentarían aquel día que se salió de su cotidiana rutina.

Cuando reviso fotos y miro las primeras fotos que tomé de sus caras ausentes de expresión, no puedo evitar que algo se me remueva por dentro.

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Éste fue el momento de mayor interés y diversión para ellos.

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Ladakh, pequeño Tibet

 

Este fue mi tercer viaje a India y creí que estaba vacunada contra cualquier cosa que pudiese ver, pero creo que no hay vacuna que elimine la empatía, la que es culpable de que me ponga en el lugar de los demás. Es sabido que India no es para todos, India no deja indiferente, India es fascinante si consigues llegar a comprenderla, aunque momentos de estos son inevitables y siempre te remueven.

Sea como fuere, en ese viaje vi tantos y tantos porteadoras y porteadores de piedra, en las carreteras, en los monasterios, en los pueblos, que solo con verlos y ver su lugar de trabajo, es fácil imaginar cómo son sus vidas, y son espinas que se te van quedando en el alma.

Sea como fuere, nuevamente, soy consciente de que hay muchas, muchísimas vidas en muy duras condiciones, tanto en ese país como en muchos otros, pero especialmente estas personas, me han producido un efecto tremendamente desgarrador.

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En mi vida cotidiana me gustan las anécdotas divertidas, alegres y que la gente disfrute y que pase un rato estupendo conmigo, pero en este momento esto es lo que me sale de dentro. Quizá necesitaba canalizar este sabor a realidad dura en alguna parte y lo he canalizado aquí, en el blog.  Es sabido que en el viaje de la vida hay momentos de todos los tipos, este es un momento reflexivo y de introversión que deseaba compartir con todos vosotros.

Para finalizar, si habéis llegado hasta aquí,  gracias por leerme.

 

Más entradas sobre Ladakh, pequeño Tibet :

1.- Ladakh, pequeño Tibet I. Llegada a Delhi

2.- 4.000 metros altitud. Leh, Pequeño Tibet II

3.- Colorido Festival Tibetano. Pequeño Tibet III

4- Imágenes para el recuerdo.Pequeño Tibet IV

5.- Un atentado nos sorprende en Lamayuru. Pequeño Tibet V

 

Texto y Fotos: Luisa Vázquez

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